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El otro 11 de septiembre

El otro 11 de septiembre

Si una fecha puede ser recordada en diferentes partes del mundo como oscura y fatídica, con repercusiones que van más allá del propio país donde se produce, esa es sin duda el 11 de septiembre. Esta es una fecha cuyo recuerdo está asociado a hechos de una extremada violencia, lo que la hace aún más imperecedera en el tiempo. Probablemente sean esos acontecimientos los que configuran una especie de división entre los diferentes 11 de septiembre, fundamentándose no tanto en la relevancia de los mismos sino en otros motivos. El 11 de septiembre más antiguo pero muy presente últimamente, nos lleva al final de la Guerra de Sucesión en el Trono de los reinos de Castilla y Aragón, cuando las tropas borbónicas francocastellanas tomaban Barcelona, después de haber arrasado a sangre y fuego Aragón y el País Valenciano. Con la caída de la última línea defensiva de la Corona de Aragón, se implantó en todo el Estado un modelo uniforme que derogaba las instituciones de autogobierno y prohibía toda lengua que no fuera el castellano. Convertido oficialmente en la Díada Nacional de Catalunya, en los últimos años ha crecido su protagonismo, sobretodo a partir de la anulación de la reforma estatutaria que ha derivado en la movilización por el derecho a decidir. Mediáticamente, el primer 11 de septiembre es naturalmente el de los atentados terroristas en 2001, con aquellas imágenes retransmitidas en directo del impacto de los aviones en las Torres Gemelas de Nueva York. A partir de ahí el mundo occidental se nos descubrió más inseguro, aparecieron términos como «guerra preventiva» que desembocaron en intervenciones armadas de la OTAN en Oriente Próximo, provocando más inseguridad y nuevos atentados en Europa. Ahora bien, si los medios tienen a bien recordarlo, también hay otro fatídico 11 de septiembre: el de una fría mañana en Chile que acabó con la vía democrática al socialismo en aquel país. Un Golpe de Estado en el que la dignidad de la última mirada de Salvador Allende sobresalía por encima de las siniestras gafas oscuras de un general rastrero y traidor. Un 11 de septiembre con protagonistas valencianos, como Joan Garcés, asesor político personal del Presidente Allende desde la victoria tres años antes, y que estuvo detrás de todas las iniciativas políticas de la Unidad Popular que intentaban superar el bloqueo institucional con el que la derecha chilena quería frenar los cambios revolucionarios. Garcés permaneció en La Moneda al lado del Presidente hasta el último momento. O el sacerdote valenciano Antoni Llidó, de Xàbia, comprometido con la causa de l@s explotad@s, que marchó a Chile para conocer de primera mano la experiencia chilena y colaborar en el proceso revolucionario. Asesinado por el régimen de Pinochet, Llidó forma parte de l@s detenid@s desaparecid@s de la Dictadura, sin que haya sido, por cierto, un tema de excesiva preocupación para las autoridades españolas. Por ello, tenemos la obligación cuando llega este día, de recordar aquel otro 11-S, que por lo que fue y por quien lo provocó, se ha convertido precisamente en el más olvidado.

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