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Cupón regalo municipal

Cupón regalo municipal

Los domingos por la mañana, después de desayunar, su madre sacaba las libretas, los cupones y un pequeño recipiente con una esponja. Los hermanos se turnaban para pegarlos, esforzándose en que estuvieran rectos. Los había de un punto, de cinco y de diez. La colecta de sellos cundía unas semanas más que otras.

Periódicamente iban a la Finca de Hierro, a pasear entre los estantes, calculando cuantas libretas llenas necesitarían para canjearlos por los cachivaches que ofrecía el Cupón Regalo Comercial.

El mundo se reinventa pero sin llegar a romper, del todo, con el pasado. En estos tiempos de agobio consumidor, con sus tarjetas de fidelización, webs especializadas en descuentos o meros regalos trampa, vuelve el ajado recuerdo del «Cupón Regalo Comercial».

Tiendas de barrio; mercerías, carnicerías, pescaderías, bodegas y demás, ofrecían cupones según el importe de la compra. Se pegaban en unas libretas que se canjeaban por artículos, de lo más variado, en los bajos de la Finca de Hierro. Ollas, cuchillos, vajillas, secadores, cafeteras, vasos o toallas, entre otros muchos artículos, renovaban las casas, en los tiempos pre-Ikea, gracias al Cupón Regalo.

Nuestro ayuntamiento se va a sumar al premio, a la dádiva, al regalo. Ya en 2014, vigesimoquinto aniversario de la EMT, se premió a los tres mayores usuarios de Bono Oro, Bonobús y EMT Jove. Viajes sin límite, móviles con el sistema de pago NFL y una reproducción de un autobús se llevaron los sufridos ganadores.

Al cambiar los tiempos, y los responsables políticos, alguien ha debido pensar, qué mejor que ampliar los premios por usar el transporte público. Ir en bici, a pie o en patines también es merecedor de recompensa.

El galimatías es el siguiente: La Fundación InnDEA del Ayuntamiento de Valencia, en colaboración con la red europea de lucha contra el cambio climático, Climate KIC; ha otorgado un premio a la idea de Ciclogreen en el marco del concurso de Ideas «Transition Cities» para estimular a la ciudadanía peatona o ciclista.

Está clarísimo. Se me ha olvidado señalar que la categoría de ese premio es «Service Innovation Grant». Si me preguntan por qué se llama así deberé confesar que no tengo ni la más remota idea. Estas recompensas ya funcionan en Sevilla y, en un futuro inmediato, se van a implantar en nuestra ciudad.

La aplicación móvil detectará los desplazamientos a pie, en bicicleta o en bus y otorgará puntos que los vecinos podrán canjear por regalos en establecimientos locales adheridos a la promoción.

Se mata muchos pájaros de un tiro, se nos explica, se reduce el CO2 de la atmósfera, se adquiere hábitos saludables y se promociona el comercio local. El acabose. Esperemos que veten a los amigos del Club Correcaminos y otros esforzados deportistas. Sería competencia desleal.

La miraba por encima del periódico intentando adivinar en qué momento dejó de ser su niña. Ya era mayor de edad. Ella parecía inquieta, queriendo anunciar algo, sin atreverse. Él estaba intrigado, imaginando los peores escenarios. Al fin lo soltó; su novio le había regalado un salto en paracaídas desde el aeródromo de Castelló. Era una oportunidad, una oferta irrechazable de internet. Cuando abrió la cartera, sacó dinero y se lo dio para pagar el vídeo del salto, que no estaba incluido, se sintió cómplice de un disparate. Todo sin protestar.

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