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Devoción más allá de Valencia

Vannes revive a Sant Vicent Ferrer seis siglos después

La localidad de la Bretaña francesa donde murió el religioso valenciano prepara para los próximos 3 años actividades en torno a su labor evangelizadora por Europa

Jardines junto a las murallas de Vannes, centro de actividades festivas.

A unos mil kilómetros de Valencia, en la Bretaña francesa, Vannes planifica desde hace tiempo las celebraciones del 600 aniversario de la muerte de San Vicente Ferrer. Patrón de esta idílica villa situada en el Oeste de Francia — en el golfo del Morbihon—, el santo valenciano aparece en la nomenclatura de calles, plazas y comercios. Nacido en Valencia, un 23 de enero de 1350, el religioso murió en Vannes el 5 de abril de 1419 tras años de difundir el evangelio por Europa. Una estatua suya, con el dedo índice en alto, preside el arco de entrada al centro histórico de Vannes y no deja lugar a dudas de la huella que imprimió el dominico en tierras bretonas. «Esta puerta era la que conectaba el puerto — un estrecho canal repleto de encanto y a escasos metros—, con la ciudad medieval», explica Bruno Bodard, director de la Oficina de Turismo. Mientras, un grupo de visitantes de Fidji pregunta por los orígenes de la efigie y su conexión con una villa que al final de la Edad Media se convirtió en el lugar de residencia preferido de los Duques de Bretaña. A partir de ahí se suceden numerosas tiendas que lucen el afrancesado nombre Vincent en sus carteles.

Un breve paseo por callejuelas de efervescente actividad comercial conduce hasta la catedral de Vannes, donde se encuentra la tumba del santo y que ha cambiado varias veces de ubicación. Enterrado inicialmente en la cripta del coro, de 1419 a 1777, luego pasaría al crucero norte hasta 1956 para ser después trasladados sus restos a la capilla de estilo renacimiento situada tras el púlpito. El altar de mármol negro encierra desde 1648 una parte de las reliquias. Su bóveda craneana se conserva desde 1902 en el busto bermejo, y los otros restos en un relicario de plata. Entre los folletos en varios idiomas que ayudan a conocer sus andanzas, destaca uno «en llengua valenciana», que explica la vida y obra del universal teólogo.

Todo menciones a Valencia

En el camino hacia la basílica de Saint Pierre sorprende la Place Valence, con hasta tres rótulos que hacen mención a la capital valenciana y un flamante escudo junto a la librería de temática religiosa dedicada a una figura que fue beatificada y canonizada por Calixto III en 1455. El párroco de Vannes, Patrice Marivin, inmerso en los preparativos que desembocarán en la celebración del año dedicado a loar a San Vicente Ferrer, enumera con veneración «la labor pastoral y evangelizadora» acometida hace ya seis siglos en un enclave cristiano muy afectado tras la Guerra de los Cien Años y el gran cisma de Occidente. Alcanzado ese punto, recuerda las palabras del obispo de Vannes, Raymond Centène, quien les ha apremiado a salir de sus iglesias y seguir los pasos del predicador valenciano. «Hagan como San Vicente y vayan a anunciar la fe a sus fieles», relata Marivin. «Hay que transmitir a la gente que no lo conoce que él está aquí y que es historia de la ciudad», inciden casi al unísono Marivin y Bodard.

Pero no solo en Vannes se venera a Sant Vicent. También en Nantes, Redon, Rennes, Avaranches, Bayeux, Saint-Malo, Quintin, Saint Brieuc, Pontivy, Rochefort-en-Terre —votada este año por los franceses como la villa más bonita del país—... y decenas de pequeñas localidades con un patrimonio arquitectónico y religioso que vale la pena conocer. Aquí y allá, entre escenarios que transportan al Medievo, surge el santo. En Questembert, en la fachada del l’Hostellerie Jehan le Guénégo, destaca una miniatura suya que conmemora una misa celebrada el 3 de marzo de 1418.

De sus viajes adoctrinadores queda constancia en la casa donde murió, muy cerca de la catedral. Una minúscula habitación, a la que se accedía originariamente por una calle de apenas un metro de anchura, se erige como un recogido santuario, donde se exhibe un mapa de su labor pastoral por Europa. Emmanuel Didier, un militar retirado que ahora trabaja junto al obispado en la organización de los eventos del año vicentino, guía la visita mientras hace hincapié en que las celebraciones «van más allá de la muerte o cuándo llegó San Vicente a Vannes». «Lo que se persigue es conmemorar su trabajo evangelizador», recalca.

Aunque la fiesta litúrgica de san Vicente se celebra el 5 de abril en la iglesia universal, la diócesis de Vannes la trasladó al 5 de mayo desde 1757 a causa de las fiestas pascales. «Así tampoco se solapará con la de Valencia», comenta Didier, mientras muestra una de las biografías del santo donde se recogen sus últimas palabras tras desistir de su empeño de regresar por mar a Valencia para morir. «Dios quiere que sea aquí el término de mi viaje. Aquí estará mi reposo hasta el fin de los tiempos», habría dicho San Vicente a los frailes que le acompañaban. Así lo recoge el padre Jean Le Dorze, sacerdote en Vannes y fundador de la Hermandad San Vicente Ferrer en el libro «Tras los pasos de San Vicente Ferrer», de ROM , donde se recrea la vida del «profeta».

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