«Valencia reclamaba a gritos una gestión eficaz y este gobierno se la está dando». Con estas palabras, que abrieron el debate sobre el estado de la ciudad, resumió el alcalde Joan Ribó la gestión realizada por los tres socios de gobierno desde su llegada al poder en el ayuntamiento del «cap i casal», una coalición que, según dijo, «goza de muy buena salud» y va a seguir trabajando «por una Valencia más justa, más orgullosa de sí misma y más sostenible».

Fue la de Ribó una intervención larga „de casi una hora de duración„ y autocomplaciente, con un recorrido por los principales hitos de su gobierno, pero sin anuncios importantes ni apenas margen para la autocrítica.

La primera parada de ese recorrido fue en la economía, un apartado en el que, según enumeró, hay que destacar la reducción del periodo de pago a proveedores a 5 días (estaba en 44) y la reducción de la deuda en 75 millones (del 95 al 85 por ciento). «Sabemos gestionar y lo hacemos mucho mejor que la derecha», dijo.

Los próximos presupuestos, no obstante no podrán ser expansivos, admitió Ribó. Vendrán «lastrados» por las deudas del anterior gobierno, que les obligará a pagar 20 millones más, y por la necesidad de aumentar plantilla. Además, se mantendrán congelados los impuestos con la excepción de tres nuevas tasas para las empresas de telefonía móvil, la modificación de la tasa de terrazas y el descenso del 25% en el Impuesto de Construcciones, Instalaciones y Obras (ICIO).

La relación de logros siguió con las políticas de empleo, el turismo, la construcción de vivienda social, el final de los desahucios o la gratuidad de los libros. Y se paró en dos capítulos muy polémicos de su gobierno a los que también les buscó la cara positiva.

Horarios comerciales y limpieza

Sobre el asunto de la libertad horaria dijo que había logrado reducir de cinco a dos las zonas de afluencia turística y situó el problema ahora en la Generalitat. Y sobre la limpieza, la gran queja ciudadana, explicó que en Valencia se gastaban 34 euros por vecinos mientras en otras ciudades el gasto medio era de 54, un problema que el nuevo gobierno ha comenzado a afrontar subiendo su media a 39. Aí mismo, se ha inspeccionado a las empresas contratadas y «se han producido diversas sanciones».

Las banderas azules, la «experiencia totalmente exitosa» de la playa de perros, la declaración de Valencia como ciudad amiga de los animales, la dotación de equipos para la Policía Local, las fiestas, la participación o la mejora de las plantillas fueron otros asuntos destacados por el alcalde.

También defendió su modelo de movilidad y de pacificación del tráfico, priorizando en este orden caminar, ir en bici, el transporte público y el vehículo privado. Y destacó el empuje que se le está dando al Cabanyal, donde ya se han pedido 300 licencias para la rehabilitación de viviendas.

De lo que no está satisfecho Ribó es de «la falta de inversiones del Gobierno central en Valencia». El soterramiento de las vías del Parque Central, el corredor mediterráneo o la Marina Real, cuya deuda volvió a pedir que se condone, son sus principales quejas, quejas que no puede extrapolar a la Generalitat después de que se haya llegado a acuerdos para el Museo al Mar o la rehabilitación del patrimonio.

En línea con Ribó, los tres portavoces de las tres formaciones que compone el Govern de la Nau completaron el repaso por la gestión municipal. El de Compromís, Pere Fuset, dijo que el objetivo es «sacar a Valencia de la UCI» y superar «la nefasta gestión de Rita Barberá», haciéndolo, además con «ideología radical», que fue lo que le reprochó el candidato de Ciudadanos Fernando Giner, «ideología radicalmente partidaria del bienestar de las personas».

La socialista Sandra Gómez quisó lanzar un mensaje de cercanía a los barrios y destacó la resistencia y la victoria de los vecinos, particularmente en el Cabanyal. «Todo ellos viven ahora mejor que hace un año», dijo.

Finalmente, Jordi Peris, de València en Comú, dijo que el Govern de la Nau «funciona» simplemente porque las personas están primero.