«Las cifras son las que son: uno de cada dos valencianos tienen problemas en su calidad de vida. Y no lo dice Ciudadanos: lo dicen los propios vecinos. Esto demuestra que al gobierno municipal le falta un proyecto de ciudad. O que viven en una realidad diferente, si nos atenemos al discurso triunfalista del alcalde». Esta es la conclusión que extrae el portavoz de Ciudadanos, Fernando Giner, al informe que han elaborado en la formación naranja sobre las reivindicaciones vecinales y su impacto.

De esta forma, más de la mitad de los habitantes de Valencia habrían expresado, a través de sus colectivos ciudadanos, algún tipo de queja por diferentes modos de expresión: comunicados, notas de prensa, protestas, recogidas de firmas, movilizaciones y similar en los últimos cuatro meses, y que habrían tenido eco en las plataformas de expresión. Se trata de barrios que reúnen a 442.072 habitantes de los 787.226 que registraba Valencia como censadas en el año 2015. Este es el resultado de un estudio recopilatorio que trata de pulsar el estado de la ciudad por un nuevo parámetro, como es el de la movilización ciudadana.

Las quejas se han dividido en cuatro grandes bloques. De ellos, el que más ciudadanos afectados tendría es el de urbanismo y tráfico, del que ha habido protestas en barrios que reúnen al 32,6 por ciento de los habitantes. La siguiente gran queja es la relacionada con el ocio y la actividad marginal: ruidos, botellón, drogas o prostitución, que alcanza al 24,7 por ciento de la población. No muy lejos están los temas relacionados con la higiene (suciedad, olores, ratas, plagas, abandono de solares o descuido de jardines), que afectarían al 22,3 por ciento. En un «bidón» con otras reclamaciones se contabilizan los barrios en el que habita el 20,3 por ciento de los valencianos: apartamentos turísticos ilegales, ocupaciones, robos o vandalismo. Russafa, Velluters y Orriols son los barrios que acumulan más deficiencias. «Estos datos reflejan una falta de gestión y una deficiente forma de concebir ésta. Escuchando los mensajes que lanza el alcalde, sólo podemos llegar a la conclusión de que viven de espaldas a la realidad», incide.