El Partido Popular y Ciudadanos hicieron ayer un intento de revertir la decisión adoptada antes del verano para llamar a la capital oficialmente «València», en valenciano, y conseguir que se acepte también en castellano, «Valencia», que es como se denomina ahora. Para el PP, el cambio de nombre es «una alcaldada» de Joan Ribó que no tiene el respaldo de los informes técnicos obligatorios en estos casos, que fue la condición con la que se aprobó en el mes de julio. Para el edil Cristóbal Grau, que dijo estar más próximo a las tesis de la Real Academia de Cultura Valenciana y a Lo Rat Penat, se trata de «un tema importante que no podemos dejar pasar independientemente de viejos debates».

Su propuesta es poner el nombre en los dos idiomas, lo mismo que pidió Ciudadanos, que puso como ejemplo el caso de Alicante y Alacant. El portavoz de esta formación, Fernando Giner, cree que el cambio de nombre ha generado un «malestar social» y personalmente es más partidario de «incorporar» que de «cambiar».

A su juicio, es necesario respetar la cooficialidad de las lenguas y afeó al tripartito que presentara este cambio como un simple proceso administrativo que comenzó en 2009 cuando, según sus datos, la moción presentada ese año por el Grupo Socialista «fue retirada». Esfuerzo en vano. Ambas propuestas fueron votadas en contra por el equipo de gobierno, de cuya argumentación se encargo Campillo. «Este es el nombre oficial, pero cada uno puede decirle lo que quiera. En francés seguirá siendo Valence», dijo.

Además, recordó que la normativa aprobada en 1996 por el PP dice que los topónimos tienen la forma oficial en valenciano y que desde 2006 el Estatut fija como nombre oficial de la autonomía «Comunitat Valenciana». La propia Generalitat se cita en valenciano e «Isabel Bonig no ha cambiado el nombre de Vall d'Uxó», incidió Campillo, quien aseguró que los informes técnicos llegarán.