Suciedad, prostitución, venta de drogas, infracciones urbanísticas, molestias a los vecinos, marginación... De todo puede encontrarse en la calle Viana, o mejor dicho, en apenas 50 metros de esta calle situada, paradójicamente, en el entorno del denominado triángulo de oro (Mercado Central, Santos Juanes y La Lonja). Los residentes de la zona aseguran estar hartos y en algunos casos han optado por dejar el barrio. Las promesas de saneamiento que el ayuntamiento hizo a las promotoras y éstas a los compradores de viviendas no se han cumplido y el problema sigue «inexplicablemente» vivo, afirman.

Estos 50 metros de calle es a lo que en estos momentos se reduce el barrio chino de toda la vida. Lleva allí más de un siglo y los vecinos más veteranos lo denuncian de forma recurrente cuando las meretrices se salen demasiado de su calle o notan un aumento desmedido de la actividad.

Pero este foco de degradación general sigue en pie. Ni la conversión de la ciudad en un centro turístico, con sus lugares más emblemáticos a escasos metros de allí; ni una ordenanza de la prostitución que pretendía librar a los vecinos de este submundo han podido resolver el problema.

Una posibilidad era ahogar este espacio urbanizando el entorno y poblando la zona con nuevos vecinos, pero los edificios, tanto de renta libre como de protección oficial, construidos allí o están semivacíos o lo van a estar en breve, como los locales comerciales, porque la situación es insostenible, aseguran. Ahora la prioridad no es ya la prostitución, ahora el problema son las ratas. La calle Viana está salpicada de solares donde se acumula basura y donde campana a sus anchas los roedores, denuncian los vecinos, que llevan meses tratando con el ayuntamiento sobre este tema y no logran una solución definitiva.

Y es que la solución es acabar con este entorno. «Una cosa conduce a la otra. La prostitución trae la droga y la droga la degradación y la degradación la suciedad», dicen al referirse a este tema. «Es una sensación de miseria como si se tratara del tercer mundo», dice una pareja de residentes en la calle Viana que después de cuatro años viviendo allí han decidido marcharse. Debido a sus quejas, los servicios municipales han ido y han limpiado alguno de los solares para luego pasar la factura a los dueños, pero «a los pocos meses la situación es la misma», dicen. «Tiran las bolsas de basura desde arriba», señalan.

Para ellos, que este pequeño núcleo de degradación siga existiendo «tiene que tener alguna explicación oculta, tiene que haber alguien detrás que aguante esto, tiene que haber alguien que se esté llevando el dinero por debajo de la mesa». «Esto no lo quitan porque no quieren», afirman convencidos, al tiempo que recuerdan un comentario que corre por el barrio que dice que «aquí se factura más que en la calle Colón». Con su queja, por tanto, exigen primero que se limpie el entorno y que se mantenga limpio en el tiempo. Y luego hacen un llamamiento para que este pozo de degradación termine de una vez por todas