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La trastienda

Por fin se rueda en Valencia

Por fin se rueda en Valencia

Apoyos. Financiación. Son las claves a las que se somete todo un equipo humano si quiere que una nueva película sea una realidad. Son de sobra sabidas las dificultades a las que se enfrenta una productora a la hora de acometer los pasos previos, los que dan el pistoletazo de salida a un sinfín de papeles, reuniones, asesoramiento y trámites administrativos para optar a las imprescindibles subvenciones que dan sustento y posibilitan finalmente poder llevar a cabo el fin que se pretende. En paralelo, se buscan inversores privados y avales que acrediten la viabilidad y seguridad de que todo llegue a buen puerto. Después de todo este trabajo no remunerado, llega el momento de pensar en la competencia y en los criterios del comité de valoración, en la cantidad de propuestas que compiten en igualdad de condiciones y la incertidumbre hasta la fecha de resolución.

Todo realizador crece de menos a más, y no todos son capaces de dar el paso del cortometraje al largo. Hay un mundo, un abismo estructural entre un concepto y otro y una gran diferencia de tramitación burocrática que hace que, lejos de poder tener un buen guión, una buena historia, se tire la toalla ante el complicado proceso que hay que recorrer.

Por todo esto han pasado César Sabater y su equipo. El director ha empezado esta semana, en las calles de Valencia, el rodaje de Paella Today, una comedia inspirada en la ciudad que la reivindica en todos sus mejores valores. No ha sido fácil para el sector audiovisual rodar en localizaciones de la ciudad a lo largo de estos últimos años y parece que la cosa empieza a cambiar y las dificultades poco a poco van menguando.

Protagonizada por Pablo Rivero, Olga Alamán y Pau Gregori, las calles de Valencia y la paella tradicional como eje conductor sirven para desarrollar una historia de amor triangular entre los personajes. Su presupuesto es realmente modesto, pero si algo nos han enseñado los profesionales del sector audiovisual es que saben reponerse a los escollos a base de trabajo y buen hacer.

Durante todo este mes será habitual ver furgonetas, focos, sets acotados, cámaras y mucho equipo humano en zonas como La Lonja o el Mercado Central. Apunta muy bien Sabater en una entrevista a la deuda cinematográfica de la ciudad. Es una lástima que la luz y las localizaciones de Valencia no se hayan aprovechado más. Es incomprensible, pero como elemento positivo hay que reconocer que no parece esta una noticia aislada. Esteban Crespo dirigía hace unos meses Amar, una película rodada íntegramente en las calles de la ciudad gracias al empeño e insistencia de Filmeu, una de las productoras que la ha hecho posible y que es íntegramente valenciana. Se trata de una historia sentimental donde se ahonda en el perfil psicológico de una pareja apasionada. Las dos cintas verán la luz, por fin, el año próximo. Y lo que es más importante: con buenas garantías de distribución y promoción.

El cine valenciano merece más notoriedad y, sobre todo, más acción. Para ello son fundamentales las instituciones, tal y como se plantean las reglas del juego hoy en día a través de ayudas públicas, aunque estas solo sean una parte de la ecuación final. No me cansaré de repetir que son muchos y buenos los perfiles creativos que tenemos por aquí, y a menudo duele ver su emigración hacia otros lugares donde parece que hay más posibilidades, o al menos una reducción de las trabas administrativas. Estos dos ejemplos nos hacen ver el futuro con más ilusión, y es de celebrar. Esperemos que solo sea el principio de muchas más películas con sello valenciano en todos y cada uno de sus aspectos. Ojalá.

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