Lali Romero Alandes tiene sesenta años y treinta de ellos los ha pasado en silla de ruedas. Parapléjica por una enfermedad, no tiene autonomía para algo tan simple como salir de su casa. Vive en la calle Doctor Andreu Piquer, en la mismísima CV308, carretera que atraviesa la pedanía de Massarrojos y por la que discurre todo el tránsito que va desde Rocafort, para unir Godella con Moncada. Un infierno de dos sentidos con aceras simbólicas, de apenas 30 centímetros. En una de ellas vive Lali, para la que cruzar la puerta de su domicilio es una auténtica «odisea». A través del video «SOS Massarrojos. No som autopista, som poble», se coloca la lupa sobre el caso de Lali, donde puede corroborarse que necesita de ayuda externa para cruzar la vía sin resultar atropellada. Algo denunciado de forma reiterada por los vecinos y que podría tener un final feliz en breve. Tras la enésima queja, el alcalde de Massarrojos Carles Verdeguer apuntaba ayer que la Diputació de València, de la que depende la infraestructura, ha llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento de Valencia para resolver el conflicto.

Verdeguer asegura que en febrero de 2017, la CV308 dejará de ser una carretera para convertirse en una calle. Las aceras se ampliarán y quedará un carril de sentido único, con una reordenación del tránsito por la población. Según Verdeguer, los técnicos municipales ya han estudiado las distintas alternativas. «Estoy trabajando en el tema desde que tomé posesión del cargo, aunque ya sabemos cómo son los trámites burocráticos», explica, perfecto conocedor del problema. «He vivido en esa calle desde pequeño», comenta. «Llevamos cuarenta años con esto pero creo que ya queda poco para que todos podamos respirar tranquilos», argumenta confiado.

Lali, sin embargo, se confiesa más «incrédula» al respecto. «Llevo así toda la vida y nunca llega la solución», manifiesta, para acto seguido ahondar en que se trata de un problema para todos. «No solo es por mi, es que hace unos días casi atropellan a un crío», recuerda. «He tenido hasta que quitar el balcón de mi casa por miedo a que los camiones se lo llevaran por delante», apunta, mientras espera poder salir a la calle sin ayuda.