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¿Compromiso o postureo?

El nombramiento de Valencia como capital mundial de alimentación pondrá a prueba el nivel de compromiso de Ayuntamiento y Generalitat con sus políticas agrarias y alimentarias. El nombramiento ha puesto los focos sobre temas que hasta ahora parecía no importar a nadie: la protección de la huerta, la viabilidad económica de los productores, conseguir que las clases más modestas se alimenten de una forma tan sana como lo hacen las más pudientes? Ribó y sus compañeros llegaron con un saco de promesas electorales al respecto que sólo seducían a los muy convencidos. Este nombramiento las legitimiza. Viene a advertirnos de la importancia que la FAO da a una agricultura más limpia y a una alimentación más saludable. Ya no son tésis que defiendan cuatro progres sino objetivos de las más altas instituciones internacionales.

Tanta atención conlleva mayor responsabilidad. Me consta que la concejala Consol Castillo se ha preocupado de plasmar en proyectos concretos esas buenas intenciones. Que tiene ya escritos planes para redefinir los programas de los comedores escolares, crear bancos de tierras que permitan el acceso al oficio a nuevos agricultores o mejorar la gestión y reutilización de las aguas residuales (un bien que desperdiciamos). Proyectos interesantes que están por desarrollar. Sabíamos que estos políticos tenían buenas intenciones y que contaban con buenos técnicos capaces de plasmarlas. La duda, la verdadera pregunta, es si van a tener la decisión suficiente para asignar las partidas económicas necesarias y los arrestos para enfrentarse a esa parte de la opinión pública que aún no está convencida.

Medio ambiente, sostenibilidad, o ecología son palabras que quedan bien en la boca de cualquiera. Los ciudadanos las tenemos asumidas como valores positivos. Pero cuando se nos exige un mínimo esfuerzo, se nos olvidan las buenas intenciones. Lo estamos viendo estos días en que los sectores afectados rechazan el nuevo sistema de recogida y reutilización de envases que propone la Consellería de agricultura. Sólo un ejemplo de lo pronto que se nos olvidan las buenas intenciones cuando se nos pide el mínimo esfuerzo.

Es el momento de la verdad. El momento en el que los políticos han de poner los recursos al servicio de las ideas loables y los ciudadanos asumir con responsabilidad su papel en el desarrollo ético de Valencia. Dentro de un año se darán cita en Valencia representantes de todo el mundo para hablar de esto. Seguro que esa cita será un éxito. Pero si por el camino no hemos sabido poner las bases reales para un desarrollo más sostenible y una alimentación más justa habremos cambiado los eventos glamurosos del pasado por otros nuevos llenos de postureo pero faltos de compromiso. A políticos y ciudadanos nos llega el momento del compromiso.

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