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No perdamos el Cabanyal

El pasado martes se celebró la última asamblea de la plataforma de Salvem El Cabanyal-Canyamelar para analizar la situación del barrio, después de cerca de año y medio después de que el PP perdiera las elecciones, y con el Gobierno del cambio instalado en el consistorio. Hasta la fecha todas las asambleas de la Plataforma se habían realizado en el Ateneo Marítim, uno de esos centros socio-culturales que el PP trató de estrangular económicamente hasta casi su conseguir su desaparición, tal y como intentó hacer con el conjunto del barrio sin conseguirlo. Por eso y casi sin querer, la elección del Teatro El Músical en el Canyamelar, se convertía en un símbolo no buscado de la recuperación de esos espacios públicos que el gobierno de Rita Barberá entregaba a precio de saldo al mejor postor, en el marco de esa política de febriles privatizaciones que tanto caracterizó las medidas de la derecha local. Transcurrido más de un año ya desde la derrota electoral del PP, la principal amenaza urbanística y por ende social que pendía sobre el barrio ya es historia. El nuevo equipo de gobierno, presidido por Joan Ribó, iniciaba la legislatura enterrando definitivamente la prolongación de la Avenida Blasco Ibañez, cumpliendo así con el compromiso electoral adquirido por el conjunto de fuerzas políticas ,a excepción del PP.

Ciertamente, la prolongación ya estaba herida de muerte desde que la Audiencia Nacional ratificó la orden del Ministerio de Cultura que condenaba como expolio cualquier acción contra el patrimonio protegido. Pero la gestión de Rita Barberá había conseguido introducir una bomba de relojería en las entrañas del barrio en forma de degradación social. Así , problemas que rara vez se atisbaban años atrás, comenzaron a multiplicarse hasta convertirse en habituales, particularmente en la tristemente conocida como «zona cero». Suciedad en las calles, escombros y hogueras, contaminación acústica en ascenso, menores por las calles en horario escolar y naturalmente venta de drogas. Todos ellos problemas que a pesar de las denuncias no sólo de Salvem, sino también de otras entidades como la AAVV o Acipmar, nunca contaron con una intervención real del conjunto de las administraciones implicadas.

La gran sorpresa de la asamblea del martes, fue la coincidencia de los asistentes en que las cosas habían ido a peor en el último año, de tal forma que comienza a apreciarse que la paciencia de un vecindario tan castigado como el del Cabanyal ha comenzado a agotarse. Quieren hechos y no promesas. Ya no se conforman con medidas a largo plazo, aunque éstas vengan avaladas por una innegable inversión millonaria, bien sea para reurbanizar calles o rehabilitar viviendas. Lo que piden es algo más sencillo y económico, como es hacer cumplir el conjunto de ordenanzas municipales que velan por el descanso, la limpieza cotidiana, la actuación de los servicios sociales, o la coordinación policial frente a un tráfico de drogas creciente. Es demasiado poco para perderse sólo en buenas palabras. Porque si no se actúa rápido y de inmediato, lo que se perderá será un barrio que se había salvado.

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