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Parodias tenoriescas

Apoteósico Don Juan

Bernat i Baldoví presentó una parodia valenciana del popular Tenorio que tituló «L´agüelo Pollastre», un abuelo de Alfafar que quiere conquistar a Ineseta - El Don Juan más reciente en Valencia ha sido, posiblemente, Mad Vicious en «Intramurs»

Mad Vicious, prototipo de «hombre fatal» que evoca el «Don Juan» más calavera, triunfador del reciente festival «Intramurs» .

«Don Juan Tenorio», la obra teatral que tradicionalmente se representa cada 1 de noviembre, ha vuelto a los escenarios tras una cirugía estética rejuvenecedora, y con voluntad de quedarse en cartel durante toda la temporada. La empresa Smedia lo ha transformado en un musical innovador, estrenándolo en el Teatro La Luz Philips de la Gran Vía de Madrid, justo enfrente de donde se exhibe «El Rey León», como un desafío silencioso al imperio Disney. Antonio Calvo ha escrito una música que respeta íntegramente los versos de Zorrilla, con triple dirección de Tino Sánchez, Ignacio García y Julio Award. Al frente del elenco está un inconmensurable Toni Bernetti y una doncellísima Estibaliz Martyn como Doña Inés.

El resultado es tan brillante que merecería generar otras producciones que rescataran obras propias, frente a esos productos diseñados en Estados Unidos que laboran únicamente en pro de una globalización consumista. Hace poco la fantástica coreógrafa Toñi B. Forascepi releyó el libretto de «Caudillo. El Musical». A ver que dice el poderoso Pedro Giménez sobre el proyecto que tendría en la «Sala Off» su gran debut. Necesitamos musicales con nuestros propios mitos, y frenar esa invasión de melodramas insulsos, simples franquicias.

Los grandes personajes generan grandes obras, especialmente si son grandes canallas. «Don Juan Tenorio» se estrenó en Madrid en marzo de 1844, y aquel mismo año ya se repuso un 1 de noviembre para subrayar su carácter fantástico sepulcral. Valencia lo incorporó pronto a su cartelera teatral, y en 1859 era ya tan popular que el sagaz Bernat y Baldoví, tan raudo como Vizcaíno Casas en descubrir filones literarios, ya presentó ante su público, en lengua valenciana, una parodia del Tenorio que tituló «L´agüelo Pollastre».

«Pollastre» es un abuelo de Alfafar que tiene como máximo antagonista a Huiso Melilla, de la carrera de Malilla, nombre que evoca a Luis Mejía. Se citan en la taberna de Tòfol tras una apuesta para comprobar quien ha provocado más calamidades en una semana: matar animales, arrancar sembrados o causar todo tipo de percances como arrasar un melonar. Sin embargo, el empeño más fuerte de Pollastre es conquistar a la joven e inexperta Ineseta, muchacha de catorce años que irónicamente esta custodiada por una anciana llamada «Celestina». Ante ella el vejestorio improvisa una declaración cómica que ella rechaza espantada. Acaba la comedia con un enfrentamiento entre este Tenorio de la Huerta y su posible suegro, con una intervención del alcalde que acaba en pura burla de la autoridad. Al igual que en «Visanteta de Favara», la Justicia es motivo de risa, con un brindis de «calaguala», bebida que merecería un análisis de mi compañero Francesc J. Hernández pues se alude a ella en dos ocasiones en la obra.

Casi un siglo y medio más tarde, cuando el «destape» de la Transición ya iba de capa caída, Valencia estrenó otra parodia tenoriesca: «La erotísima Doña Inés». El exacadémico Gil Albors quiso apuntarse a «la ola de erotismo» que nos invadía en aquellas calendas y presentó una comedia amable que dirigió Tony River. La misma empresa que lo promovió, Zircó, estrenó hace dos años otro musical, «Don Juan y Carmen» que reincidía en el personaje zorrillesco, ahora enfrentándolo a la gitana de Merimée.

Don Juan es un fenómeno agresivo y rebelde, un desafío antisocial que sorprende en la forma y en el fondo, un estereotipo que trasciende a sÍ mismo. Posiblemente el «Don Juan» más reciente en Valencia ha sido Mad Vicious en el festival «Intramurs» de la semana pasada. Manuel Garrido Pérez es un artista interdisciplinar mezcla de actor, pintor o danzante. Quizás la palabra más exacta fuera «perfomancero» o protagonista de «perfomances», anglicismo que compendÍa acciones artísticas en vivo. Nacido en Orriols en la década de los ochenta, tuvo un férrea educación religiosa contra la que se rebeló impetuosamente. Los que tanto se esforzaron en despersonalizarlo alimentaron involuntariamente una estrella de la insurrección que acabó adoptando el seudónimo de «Mad Vicious» para reafirmar su potente ego.

«El Matadero Club» fue una intervención artística en el Mesón de Morella donde Mad Vicious emuló brillantemente un don Juan del siglo XXI, cercano al modernizado don Juan de la Gran Vía madrileña, sólo que en el barrio del Carmen. Precisamente aquí la agrupación de fallas del barrio anuncia para esta noche un Tenorio itinerante por diversos escenarios naturales. Magnífica iniciativa que debería ser completada con la recuperación de nuestros Tenorios paródicos.

Pero habría algo mejor que rescatar al tío Pollastre, buscar una fecha en el calendario para representar «El Virgo de Visanteta» como cita anual. Lluis Miquel presentó un musical extraordinario en el Teatro Principal donde ahora reina «Mamma mia» con el apoyo de Enric Murillo y Josep Gandía Casimiro. Quizás la noche del 9 de octubre, día de los enamorados, sería fecha ideal para institucionalizar la velada. Visanteta, estrenada en 1845, es la antípoda perfecta de don Juan, que se estrenó en 1844, y quizás la respuesta «feminista» de Bernat i Baldoví al aventurero sevillano.

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