El puente del Real debe su nombre a que era el acceso del Palacio del Real a la ciudad. También fue conocido como Puente del Temple por su cercanía al portal del mismo nombre que se abría en la muralla cristiana.
En 1279 se alzaba en este enclave un puente de cuatro arcadas que se llevó la riada de 1321. Posteriormente se construyó uno de madera que sufrió grandes desperfectos por las riadas de 1406, 1427 y 1571. En el año 1528 se hundió por el peso de la multitud que esperaba la entrada a la ciudad del emperador Carlos I.
En 1603 se colocaron las estatuas de San Vicente Ferrer y San Vicente Mártir de Vicent Leonard Esteve, protegiéndolas en 1682 por casilicios. Durante la guerra civil las estatuas fueron destruidas, siendo repuestas en diciembre de 1945 la estatua de San Vicente Mártir realizada por Ignacio Pinazo Martínez y en enero de 1946 la estatua de San Vicente Ferrer de Carmelo Vicent Suria.
En 1968 se acometió el ensanche del puente hasta añadirle casi 17 metros por el flanco de levante, una ampliación muy criticada en su día al haber significado la desaparición de la artística escalera de dos tramos, rematada en el lecho del río por una plataforma semicircular.