Diseñada en 1869 por los arquitectos municipales Manuel Sorní y Juan Mercader, la calle de la Paz tiene 16 metros de anchura, y une la plaza de la Reina con los jardines de la Glorieta y el Parterre, con la torre de Santa Catalina vigilando su trazado.
Para la apertura de la calle y después su construcción „ duró aproximadamente treinta años„, fue necesario derribar muchas casas y conventos, se atravesaron varias manzanas expropiándolas. Los edificios, a pesar de sus diferentes estilos, presentan todos ellos una gran unidad de conjunto; tienen la mayoría un carácter ecléctico, apareciendo elementos modernistas, casticistas e incluso racionalistas. Los edificios se proyectaron en su mayoría como casas de rentas, si bien el principal se reservaba para el propietario. El resto era un laberinto de cortas y sinuosas calles, llamadas a lo largo del tiempo; Capugers, Capsllevats, el Forn de la Ceca u Horno de la Seca y Paraiso.
Las demoras del Gobierno central para ceder los terrenos de los desaparecidos conventos hicieron que el estreno de la travesía se prolongara hasta 1878. El trayecto de la nueva arteria urbana nacía en la plaza de Santa Catalina hasta la calle Luis Vives. En 1893 se alargó hasta el cruce con la calle Bonaire y, dos años después se urbanizó su último tramo.