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La trastienda

La Valencia criminal

La Valencia criminal

Llega a mis manos hace unas semanas un libro al que ya había echado el ojo años atrás. Este tipo de cosas tienen sus momentos, y sin duda este era uno de ellos. Una de esas ediciones que no pasa desapercibida, cuidada y trabajada, con una portada que incita a mantenerlo en las manos, a abrir al azar cualquiera de sus páginas. Rebosa Valencia por los cuatros costados y sin haber profundizado ya resulta imprescindible para aquellos a los que nos interesa intensamente la crónica negra y todo lo que la envuelve.

«Valencia Criminal» es un libro de asesinatos, desapariciones e investigaciones policiales y la editorial castellonense El Full la que apostó en 2010 por esta variada propuesta. No es casualidad. Ya han incidido en más de una ocasión en este género. Los editores plantean a veintiún periodistas y escritores valencianos un reto apasionante: construir relatos ficticios a través de localizaciones centradas en Valencia como escenarios de los diferentes crímenes, describiendo zonas más o menos concurridas de la ciudad antigua o actual, según la época elegida libremente por cada autor. Las estupendas ilustraciones de Luis Lonjedo visten y complementan fenomenalmente bien cada uno de los textos. Desde el centro de la ciudad hasta un descampado en Mislata, sumergirse en sus páginas es un ejercicio placentero y conmovedor a partes iguales.

Porque la provincia de Valencia es importante y notoria en lo que a hechos reales se refiere. Es el crimen de Macastre en el final de los ochenta, con la macabra aparición de partes de uno de los tres cuerpos en los que se basaba el caso en la marquesina de una parada de autobús o en la papelera de una calle de Valencia. Es el misterio de la finca de la Avenida Tres Forques, donde se han sucedido en el mismo edificio extrañas muertes en un curioso espacio de tiempo, entre ellas las de la diva Gracia Imperio. Es, el crimen de Alcàsser, icono estatal que por desgracia representa la crónica negra con dolor y rotundidad. La huida de un delincuente cualquiera como Antonio Anglés en la Estación del Norte es uno de los fracasos policiales más sonados en la historia de este país. Es la asombrosa historia de Pilar Prades, más conocida como la envenenadora de Valencia, última mujer ejecutada por garrote vil durante el franquismo. Una denuncia en la comisaría de Ruzafa del médico que descubrió arsénico en dos de sus frustradas víctimas sería el pistoletazo de salida de uno de los casos más rocambolescos que se recuerdan. O la del crimen de Chella de hace tan solo unas semanas. En veinticuatro horas detuvieron al culpable. Las técnicas de geolocalización y las continuas torpezas en las que incurren los sospechosos con las nuevas tecnologías han supuesto una revolución muy positiva para la investigación policial.

Decía el escritor Lorenzo Silva que los crímenes muestran lo que anda mal en una sociedad, lo que no funciona. No estoy muy seguro de eso, a pesar de que se pueda afirmar con claridad y firmeza que en este país van mal demasiadas cosas, a la vez que quedan numerosos crímenes sin resolver, tantos otros de dudosa conclusión y demasiadas desapariciones. Conocer la parte más oscura de un perturbado o de un asesino es adentrarse en la propia historia, y Valencia, como no podía ser de otra manera, tiene mucho que decir en este sentido. Esta colección de relatos es una buena manera de entrar en espacios y escenarios ficticios pero que perfectamente podrían ser reales como lo fueron otros. Porque a veces la ficción es la parte más cercana de las realidades. Al menos así es en este caso.

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