Cualquier foro en el que se hable de la relación entre la Albufera y sus habitantes, los humanos, está llamado a encontrarse con divergencias de cómo solucionar la complicada relación de convivencia. Ayer, en el encuentro que ha celebrado los 30 años de la declaración como Parque Natural se escucharon voces con mensajes diferentes respecto, por ejemplo, al tema estrella del momento: la movilidad. La pacificación de la vía que, ora autopista («la autopista que no lleva a ningún parte»), ora carretera, atraviesa ese territorio y comunica sus núcleos de población, cada uno de ellos con diferentes realidades. La llegada de un gobierno autonómico y municipal diferente, y con un marcado talante ecologista, abre unas expectativas que ahora se reclaman.

No es de extrañar, por ello, que el secretario autonómico de la Conselleria de Obras Públicas, Josep Vicent Boira, pidiera calma: «entiendo la impaciencia que hay por solucionar el problema. Y lo importante es que hay un diálogo en marcha, que ya es mucho. Y sobre todo, pensemos que las soluciones rápidas o parciales no dan muchas garantías de éxito. Y si hay que cambiar cosas, se cambiarán. Lo que es momento es de concertar. Las soluciones con prisa no arreglarán los problemas».

No basta con poner placas

Venía a cuento por las realidades que allí se escucharon. Por ejemplo, la de los vecinos del Saler, que pedían „llevan ya tiempo reclamándola„ una actuación primera e inmediata: la reducción de la velocidad en el tramo donde la autopista del Saler deja de serlo y atraviesa el terreno del Puerto para así, que la población pueda, décadas después, volver a conectarse con el embarcadero. «Si se ha actuado en el Perellonet poniendo badenes, y además sin contar con ellos, ¿por qué no se hace algo aquí, que lo estamos pidiendo, como es cambiar las placas?»

Boira reconoció que «la complejidad de la permeabilidad en El Saler la sabemos todos. Porque permeabilidad y velocidad son conceptos incompatibles. Y la experiencia en otros lugares te dice que cambiar las placas no es garantía de solución absoluta. Las intervenciones aisladas no suelen ser efectivas y podemos encontrarnos algún disgusto». Y apeló a lo que ya se ha prometido: la elaboración de un plan integral. «Lo entiendo perfectamente, pero también hay que entender que la administración tiene sus ritmos. Y el paso de sacar a licitación el estudio es un primer paso y muy importante. Prefiero el estudio global que las placas, que luego sea el radar...».

La idea de «lanzadera» turística

La jornada, que tenía como título «Ordenació del Territori», tuvo como ponente principal a Joan Olmos, de la UPV, y la completaron el abogado Joan Llinares y la arquitecta Mar Muñoz. Los mensajes hablaban repetidamente de la reducción de la circulación. Incluso Olmos apuntó conceptos como el de las lanzaderas. «Pensemos que reconstruir cuando hay hábitos es muy difícil. Al final siempre vemos que el autobús lo cogen sólo las personas que no tienen coche», matizó.

Y aunque Boira había apuntado la necesidad de «encontrar el equilibrio entre el derecho a la movilidad, el medio ambiente, las actividades económicas y la seguridad», también se escuchó la voz de los habitantes del Palmar, en sentido contrario: «los que hemos vivido toda la vida en el Parque parece que seamos ciudadanos de Martinica, territorio francés de ultramar. Y siendo los que hemos mantenido y cuidado ese tesoro, tenemos derecho a movilidad».

«Mi madre no puede ir en bici»

«No puedo subir a mi madre en una bicicleta y que no se hable de mi movilidad cuando la EMT no cumple mis necesidades», criticó la vecina del Palmar. Por ello se rebeló ante esa expresión recurrente de que la del Saler es la autopista que no lleva a ninguna parte: «sí que lleva». Y recordó que las soluciones han sido «unas setas en la carretera que las supero y me duele el cuello, y cada vez que la paso temo que le pase algo a mi coche».

Recordando a Urdangarín

En la conferencia se hizo referencia al origen de todo, el plan de urbanización de los años sesenta del pasado siglo. Olmos recordó que, aunque la presión urbanística se paró hace tiempo, las agresiones «pueden rebrotar en cualquier momento. No olvidemos el proyecto olímpico de Iñaki Urdangarín», e incluso «no dar por perdida la batalla contra la ZAL, aunque el mal ya esté hecho», recordando que «si no hubiese sido por las movilizaciones desde los años setenta, las cosas habrían sido mucho peores».

Y Joan Llinares abogó por «un nuevo modelo de movilidad para un espacio nuevo». Una política de protección a todos los niveles, incluyendo «la del paisaje, que incluyen los mercantes fondeados frente a la playa, con la contaminación de aguas y aire que implican».