Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Valencia nunca olvida a Cuba

El toro rosado

El prestigioso fotógrafo cubano Ever Cano prepara una exposición en Valencia

El toro rosado

La muerte de Fidel Castro ha traído a Cuba a un primer plano de la actualidad, si es que algún día se fue. Cuba es la isla del Caribe de la que siempre se habla, para bien o para mal. De las otras apenas sabemos ni el nombre, pero en Cuba hasta nuestras navieras quieren navegar. Esperamos que la desaparición del Comandante ayude a la necesaria evolución, después de una revolución que dura ya más de medio siglo. Quizás su ausencia ayude a las nuevas generaciones a aventurarse por experiencias más atrevidas que procuren mayor prosperidad a la población.

Valencia nunca ha olvidado a Cuba. Además de tener una importante calle en Russafa con su nombre, le regalamos a la isla al escritor cullerense Francisco Chofre, a quien tuve el gusto de conocer en su casona del Vedado. Nacido en Cullera en 1924, aquí es un desconocido, pero allí es una auténtica celebridad gracias a su libro «La Odilea».

La Diputación de Clementina Ródenas financió la restauración de un edificio en la Habana Vieja para instalar el restaurante «Valencia», cuyo cocineros ganaron diversas veces el certamen internacional de paellas de Sueca. Nunca se nos explicó por qué subvencionamos desde aquí un restaurante, en lugar de un colegio o un hospital, pero el caso es que la empresa sigue funcionando al cabo de los años. Aunque su calidad gastronómica ha descendido bastante y en nuestra última visita no había disponible ni agua para los comensales, solo refrescos gaseados y alcohol.

Quizás esta decadencia culinaria llevó a los organizadores del reciente viaje del President Ximo Puig a la Habana a llevarlo a comer a «La barraquita», un establecimiento abierto cerca del cementerio general. En este restaurante están involucrados tres hermanos que también han tenido iniciativas gastronómicas en Valencia: Rafa, Charo y Eva. Aunque el local es amplísimo y señorial, con ambiente es perfecto, el cocinero escapa bastante a los cánones. Las ensaladas se presentan en amplias paellas de autoservicio, mientras que los arroces de paella en recipientes de barro. Esto provoca una curiosa simbiosis paelleril que mezcla el «arròs al forn» con el «arròs de puchero» de toda la vida que me prepara mi tía Nora en Catarroja cuando le apetece improvisar un plato sabroso. Encontrarse una cabeza de ajos en la paella, por ejemplo, causa tanta sorpresa como que te presenten unas croquetas de pollo sin pollo, que después afirman ser de garbanzos, cuando realmente eran de malanga.

La paella más genuina de Cuba es la que se prepara en el restaurante «La Lola» de la calle K, junto con todo tipo de tapas. Al frente está Anya Alcina, que ha tenido una asesora muy especial en cocina valenciana, su amiga Dolores Hidalgo. Esta aventurera incansable se fue a Cuba de turista después de rubricar una inmejorable trayectoria hostelera en nuestra ciudad. Natural del barrio de l´Amistat, trabajó en diversas empresas valencianas y hasta lideró sus propias iniciativas. De un lado, es responsable de la rehabilitación de un importante chalet modernista en Rocafort que fue memorable restaurante, y de otro el descubrimiento de Russafa como sitio de moda al abrir «La Lolaca» enfrente del «Café Tocado», donde empezó a elaborar bocadillos bautizados con nombre de coches de lujo. A partir de aquel local empezó la moda de abrir garitos en Russafa. Lola Hidalgo fue la pionera, junto con Omar Seguí, el hijo del recordado ceramista Óscar que también tenía su estudio en la calle Cádiz.

Y llegando a lo artístico, cabe anunciar algo especial. El prestigioso fotógrafo cubano Ever Cano prepara una exposición en nuestra capital, pues los recuerdos de Valencia le viene persiguiendo desde que nos visitó en su último viaje a Europa. Y eso que no conoció a su compatriota Arístides Rosell. Pero estuvo en el famoso pub «Hòmens» de la calle Alicante donde descubrió la versión más liberal de nuestra sociedad, cuando a la entrada de una de sus sesiones especiales le dieron una bolsita para que depositara sus pertenencias.

Las fotografías de Ever son una celebración continua de la libertad humana, que conjuga magistralmente con la exuberancia natural de su país. Lo han catalogado como seguidor de Gloeden, Saudek, Maplethorpe o Stano, pero yo lo adscribiría a la escuela norteamericana del teórico George Pitts, famoso por sus disertaciones sobre belleza y sexualidad en el arte fotográfico, cuyo máximo seguidor es Ryan Mcginley. Ever supera a Mcginley, pero ha de lidiar con el bloqueo económico de Cuba. De un lado sus posibilidades de difusión están más limitadas, pues las dificultades del acceso a Internet en Cuba son evidentes, y por otro los problemas para la entrada de buen material técnico en la isla. Pero Ever sabe superarse ante estos problemas y presentar una obra arrebatadora. Además tiene iniciativas tan interesantes como el local «La Vaca Rosada» en Varadero, el corazón del turismo cubano.

Nacido en Matanzas el 22 de junio de 1961, Ever asombró en la Habana con su exposición fetichista sobre el Farraluque de José Lezama Lima, escándalo literario que surge en en la novela «Paradiso». Como Ever en el fondo es un poeta, sabe penetrar en los textos literarios y concederles la gracia de la imagen exacta. Vulnera con ello el tópico tabú de la identidad erótica cubana que al mismo tiempo es volcánicamente arrasadora y políticamente correcta en las formas. Ever hace explotar las hipocresías desde dentro, y en ese sentido la sociedad valenciana necesita muchas explosiones e implosiones. Quizás por ello en el imaginario colectivo Cuba y Valencia se hayan sentido siempre tan próximas, aunque realmente estén muy lejanas.

Compartir el artículo

stats