El próximo año cumplirá un cuarto de siglo la Policía de Barrio de Valencia. Desde entonces ha crecido, se ha consolidado y en la actualidad tiene una implantación plena en la ciudad. Ahora, además, es una pieza esencial del sistema y su filosofía debe inspirar toda la acción policial. Estamos, por tanto, ante el fenómeno policial del momento, al menos en lo que a municipalidad y proximidad se refiere.

La Policía de Barrio echó a andar en Valencia en el año 1992 en Benimaclet y la Malva-rosa. Había 4 policías y un oficial en cada turno. Diez personas en total. Y era un momento muy conflictivo, sobre todo por las concentraciones vecinales ante las Casitas Rosas, recuerda el intendente Javier Munárriz, responsable de la unidad.

«La idea entonces era bajarse de los coches. Recuperar una figura que vaya a pie, que conecte con la población y que aunque no participe en las grandes operaciones, que pueda recriminar, poner orden y estar muy en contacto con los problemas más cotidianos», relata Munárriz, que recuerda que la falta de vehículos de los años noventa hizo el resto.

Inmediatamente la Policía de Barrio se extendió al Marítimo, Benimàmet, Ciutat Vella y poco a poco al resto de la ciudad. En la actualidad, de hecho, está implantada en todos los distritos y cuenta con 240 agentes en total.

Ahora su evolución, por tanto, debe ser otra. «Ahora hay altas cotas de seguridad en la ciudad, ya no hay sirlas, ha bajado mucho la delincuencia menor, así que hay que plantearse nuevos objetivos, atender nuevos problemas, entre ellos la convivencia de los ciudadanos, que no es el único pero sí muy importante», recuerda el intendente.

Nuevos problemas

Los nuevos problemas son el botellón, las terrazas, las bicicletas, las cacas de perro, la ocupación de los espacios públicos compartidos y muchos otros que llegan al ayuntamiento, por ejemplo, a través del buzón digital «Parla amb Ribó». Las exigencias son muchas y hay que atenderlas con los medios que hay, que son pocos, particularmente en lo referido al número de agentes, pues según Munárriz, cada año se van cien policías y el año que viene se incorporarán 33.

«El escenario es de mayor demanda y el reto es hacer más con menos, lo que lleva de nuevo a una reflexión relacionada con la Policía de Barrio», asegura. «Si todos los temas de convivencia no se pueden atender con la Policía de Barrio, tendrá que haber un trato integral de este problema con toda la policía». Es decir, «en las siete unidades de distrito tienen que atenderlo todo, porque la gente ya no pide que la policía acuda cuando hay botellón, sino que esté donde se hace botellón». «Tenemos que pasar de una actitud reactiva a una actitud proactiva», una filosofía que el nuevo Gobierno del Ayuntamiento de Valencia «tiene que saber aplicar y canalizar».

Munárriz precisa que esto no significa «diluir» la Policía de Barrio, eso significa darles nuevas funciones y que toda la policía se implique en las mismas. «La gente „dice„ nos está demandando, por ejemplo, la protección de los escolares, el absentismo escolar, que no haya menudeo de droga en el exterior». «La gran revolución es que la policía de proximidad sean todos los miembros de la Policía Local», asegura.

En este sentido, Munárriz explica que la Concejalía de Protección Ciudadana está dando mucha importancia a este asunto y está trabajando mucho con el colectivo vecinal, tanto que cada año pretende reunirse dos veces con cada uno de los distritos.

También se trabaja con las Fallas, haciendo de educadores en pirotecnia, mascletades etc. ; o en los colegios, haciendo un poco de tutores para evitar el absentismo, las drogas o las peleas; o con los ancianos, dando charlas de prevención.

Seguridad subjetiva

En este sentido, Munárriz cree que alcanzados niveles óptimos de seguridad objetiva, hay que trabajar mucho en la seguridad subjetiva, lo que exige tener mucha proximidad, primero, y coordinarse con la Policía Nacional». En este sentido, opina que «la policía de Barrio, con su presencia y su contacto directo, contribuye a la seguridad subjetiva, una cosa muy importante, porque ahora pueden aumentar los delitos, pero si la policía está ahí, se ve como un hecho accidental difícil de preveer». Precisamente, «el tratamiento de los problemas de convivencia de manera transversal ayuda en eso».

Por su parte, la concejala de Protección Ciudadana, Anaïs Menguzzato, entiende que «solo con un modelo de Policía Local de proximidad que esté cerca de los vecinos, que escuche sus problemas, sus inquietudes, que conozcan a sus vecinos, que trabajen con ellos y para ellos, podrá hacerse una ciudad mejor».

«La proximidad de todos los agentes que pisan las calles de sus barrios es también imprescindible para prevenir cualquier problema de convivencia, detectarlo y actuar antes de que se produzca», añade Menguzzato, partidaria, igualmente, de dar transversalidad a los problemas.

Aunque «sin duda alguna, el trabajo del policía de barrio es fundamental para detectar los problemas y actuar sobre los asuntos que tienen que ver con la convivencia, las soluciones no sólo pueden venir de la Policía Local. Se trata de problemas que exigen de la implicación de otros servicios municipales», sentenció.