El Gremio de Artistas Falleros reunió ayer una variada representación del mundo del diseño y la arquitectura dentro de las jornadas con las que pretenden hacer visibles los problemas y las opciones de futuro para la Ciudad del Artista Fallero. El diseñador valenciano Javier Mariscal dio su particular versión al destacar de él que «si esto hay que renovarlo, no debería entrar ni un coche. Vale, las furgonetas sí, pero nada más.

Cuando hablan de que el fumar mata... lo que lo hace son los coches. Y más aquí, que tiene la huerta y el campo al lado». Se dirigió más hacia el concepto de ciudad, asegurando que «no vemos el chollo de donde y como vivimos. Aquí hay que arreglar porque se hicieron muchas cosas con la desastrosa mentalidad de los sesenta y hay que darle una vuelta». En concreto, de los proyectos que todavía pueden verse en la Ciudad del Artista Fallero, proyectados por estudiantes de la UPV, dijo que «lo que más me gustan son los conceptos de las transparencias, de las estructuras en las que la luz entra y caliente». Pero también fue heterodóxamente crítico con la iluminación, de la que llegó a decir que «cuando se ponen de cinco metros de altura, para iluminar los coches en lugar de a las personas, me acuerdo que las farolas las inventó Hitler para los campos de concentración. Rita Barbera nos robó las estrellas con las farolas que pactó con unos franceses».

La charla hizo referencia también, por parte del arquitecto Íñigo Magro, a la necesidad de encontrar una unidad a un barrio compuesto por tres bloques muy separados entre sí: el parque, las viviendas y las naves

Miguel Arráiz, por contra, explicó su experiencia con la falla del Burning Man, que regresó a Valencia tras ser plantada en el desierto de Nevada y que ahora permanece guardada en una nave en Torrent, mientras que Jorge Toledo, de Ecosistema Urbano, relató situaciones imaginativas, como cuando en Alicante hicieron correr deliberadamente el rumor de que iban a derribar unos silos para realizar las obras del AVE y hasta el ayuntamiento anunció una paralización que no existía.