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Creado a finales del siglo XIX

El barrio Fleta

El comerciante urbanizó las calles según un modelo de «ciudad-jardín» con pisos y hoy solo queda un edificio en pie Fundó una falla en 1890 que sería «Norte-San Jacinto»

El barrio Fleta

El Barrio de Fleta es otro de los barrios desconocidos de Valencia. Perdido su antiguo nombre, sus propios habitantes desconocen su existencia e historia. Si hace algunas semanas rescatábamos el barrio del Saranyó, en la zona sur de la huerta de Russafa, hoy rememoraremos el Barrio Fleta que está en el espacio más remoto del cuartel de Patraix, a la orilla del río, enfrente del cuartel de Campanar. En esta zona, marcada por la carrera o camino de Quart de Poblet hacia Mislata, surgieron las calles que lo conformaron.

El barrio de Fleta nació a finales del siglo XIX. Un «llibret» fallero de 1890 explica en su portada: «Ensanche: Explicasió de la falla de l'Ensanche de Cuart, colocada en els quatre cantons dels carrers del Norte y San Jacinto, (barrio de Fleta), enfront de la Estasió d'Aragó».

Actualmente este barrio se engloba administrativamente en el «distrito del Botánico y Pechina», pero no es Botánico, ni Pechina. Lo separa del Botánico la Gran Vía de Fernando el Católico, en su extremo la «Finca Ferca» de los Agentes Comerciales, de 1946, y por el sur está delimitado del barrio de la Olivereta por la Avenida de Pérez Galdós.

El barrio Fleta se dibujó alrededor de dos instituciones públicas: el nuevo «Matadero», trasladado desde la calle Guillem de Castro, donde ahora está el Colegio Cervantes, y la Estación de Aragón de la calle Quart, que no hay que confundir con la Estación Central de Aragón que estaba en la Alameda, sobre las ruinas del convento de San Juan de Ribera. La estación de la Alameda conectaba Valencia con Zaragoza, en cambio esta otra estación correspondía a un ambicioso proyecto de trazar otra línea de tren hacia Teruel a través de la Serranía valenciana, desde Manises y Vilamarxant hacia Segorbe, proyecto que nunca se finalizó.

Estos terrenos pertenecían a finales del siglo XIX a Jacinto Fleta y Beltrán. Es posible, conociendo el carácter emprendedor de este comerciante que llegó a ser nombrado caballero de la Orden de Carlos III, que la iniciativa de esa línea férrea fuera suya. La cuestión es que al urbanizar sus terrenos no olvidó homenajear a su Teruel natal y a su patrón canónico, San Jacinto de Cracovia, religioso dominico que fue como el Sant Vicent Ferrer de la Europa del Este, pues predicó sin descanso el catolicismo en Turquía, Grecia, Suecia, Noruega, Dinamarca, Ucrania y hasta en la misma Rusia. En Kiev salvó un cáliz y una estatua de la Virgen durante un ataque mongol, y el Papa Inocencio VI lo proclamó Patrón de Polonia. Años más tarde el misionero setabense Jacinto Castañeda adoptó este nombre en tributo al santo polaco, también elevado a los altares y con su propia calle en Montolivet. Junto a la parroquia católica de San Jacinto se encuentra el templo de la Iglesia Ortodoxa Rusa, regentada por el padre Serguey Prosandeev.

En los años treinta el ayuntamiento dedicó la última calle del barrio Fleta al polaco doctor Zamenhof. Zamenhof es un coloso de la Humanidad nunca reconocido, pues intentó crear un idioma universal con el que acabar con las guerras y enfrentamientos humanos. Los blasquistas lo adoraban, pues encarnaba los ideales a Libertad, Igualdad y Fraternidad. Lástima que esa admiración no se concretara en ningún país del mundo en la imposición escolar del Esperanto como un idioma escolar, y haya tenido que vivir siempre en el inclemente espacio del voluntarismo social.

Así quedó configurado definitivamente el barrio Fleta: calles San Jacinto, Norte, Teruel y finalmente doctor Zamenhof. El nombre de «Norte» no cuadra demasiado, porque la vía no está al norte de la ciudad, pero probablemente fuera otro homenaje del creador del barrio a sus orígenes, pues en Valencia de Teruel para arriba, desde Aragón, Navarra, la Rioja a las Vascongadas, todo es conocido como «Norte», al igual que a nosotros nos denominan inexactamente «Levante». Por ello sería conveniente considerar, ahora que el ayuntamiento está repasando el nomenclator, que esta «calle Norte» se rotulara como «Calle Jacinto Fleta» en reconocimiento a su labor urbana.

Jacinto Fleta urbanizó las calles según un modelo de «ciudad-jardín» con pisos del que sólo queda un edificio con vida. También cedió los viales y consta que fundó aquella primera falla de 1890. En esto se parece al promotor Albiñana cuando creó el barrio de «Nou Campanar» e inventó una falla espectacular para popularizar el nuevo espacio urbano. Actualmente hay dos fallas en este barrio Fleta que podrían arrogarse la antigüedad decimonónica de este precedente: San José de la Montaña-Teruel y Norte-Doctor Zamenhof o «falla del clavell» porque en la ofrenda siempre porta claveles rojos. Aquella de 1890 sería «Norte-San Jacinto» y ambas, como hijas de aquella, deberían unirse para rendir homenaje al fundador del barrio y colocar por lo menos una placa cerámica que recuerde el pasado. Porque sin memoria perdemos nuestra identidad, y la ciudad de Valencia y todo su Reino padecen un agudo «alzhéimer histórico» del que somos víctimas todos los ciudadanos y ciudadanas actuales.

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