¿San Vicente el 22 o San Vicente el domingo? El debate está servido para el futuro inmediato. Los próximos cuatro años, de 2018 a 2021, la fecha cae entre semana. Y eso no le gusta al alcalde. Joan Ribó recuperó el pasado jueves, en declaraciones a Radio Valencia, su idea de convertirlo en una fiesta con fecha fija, en domingo, para así aprovechar este festivo en otro momento del año. Aducía para ello que la ciudadanía llegaría agotada a esa fecha después de los gastos generados en Navidad y rebajas y que, por consiguiente, es una jornada que no se aprovecha especialmente.

Ayer contestaron dos concejales del Partido Popular y tanto Luis Santamaría como Félix Crespo no se negaron en redondo al tema, dejando la puerta abierta a que se pudiera realizar ese cambio, pero con un premisa inexcusable: «el consenso social».

Santamaría recordó que «es una tradición que los valencianos disfrutan desde hace tiempos inmemoriales» y por lo tanto cualquier cambio necesitaría de «un proceso de diálogo con todos los colectivos implicados, desde los organizadores hasta las asociaciones que participan en la procesión donde el Santo, según la tradición, recibió martirio».

Y Félix Crespo, además, aprovechó para afear al equipo de gobierno su ausencia en esta jornada: «la representación institucional del Ayuntamiento no puede faltar porque forma parte de las obligaciones de los concejales y del alcalde, como cargos públicos, la asistencia a los mismos en representación de los valencianos.»

El día de Martín Vicente Cogollos

El traslado de festividades a una fecha fija no es nuevo. Hay que recordar, precisamente, que Alberto Fabra se mostró, en su momento, partidario de aprovechar el 9 d’Octubre y las Fallas para hacer puentes, celebrando ambas en lunes. Lo cierto es que, en esta festividad, quien mueve el programa es la Iglesia, a través de la Catedral y varias parroquias, siendo la procesión el acto más importante. No es una festividad con una base social organizativa fuerte (cofradías, comisiones, altares) que organice grandes actos globales. Tan sólo la actividad que más sorprende en la calle, la representación del bautizo de San Vicente Ferrer (que tuvo lugar el día de San Vicente Mártir) sí que la lleva a cabo una entidad festiva: el Altar de la Pila Bautismal.

Desde las doce del mediodía, personajes ataviados como en 1350, fecha del «bateig» recorrerán la calle de la Paz y otras vías del barrio de la Seu hasta llegar a la iglesia de San Esteban. Allí se procederá al bautismo ritual de un niño, que en este caso será el pequeño Martín Vicente Cogollos (todos los niños y niñas bautizadas en este acto incluyen el nombre del santo dominico en su futuro DNI). La procesión representa a las fuerzas vivas de aquel momento. El padre de San Vicente Ferrer era todo un prohombre de la ciudad: Guillem Ferrer. Esto, y ser el progenitor de semejante eminencia le ha permitido incluso tener una avenida en su nombre en el «cap i casal».