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Francesc Blasco Uríos

Valencia tiene un cíclope

Fundó en 2003 la asociación Castell dels Sorells, cuya máxima gloria ha sido la publicación ininterrumpida de la revista «El Guarda», llegando a los 150 ejemplares

Valencia tiene un cíclope

Los cíclopes eran gigantes mitológicos con gran capacidad de ver y observar, ya que tenían concentrada toda su energía visual en un solo ojo en medio de la frente. Los tres primeros cíclopes fueron Brontes, Esteropes y Arges, hijos de Urano y Gea. A partir de este trío se generó una raza sobrehumana que ayudó activamente a los principales dioses, creando instrumentos muy útiles y simbólicos para ellos, como los rayos de Zeus, el arco y las flechas de Artemisa o el tridente de Poseidón. Según Herodoto eran de temperamento cabezón y muy vigorosos, casi invencibles.

Cuanto más conozco la historia de Francesc Blasco Uríos, más me parece el gran cíclope de Valencia. Nacido el 31 de octubre de 1937 en la localidad de Albalat dels Sorells vivió la dura infancia de posguerra. Hasta los catorce años iba a la escuela, excepto cuando le salía algún jornal en el campo o en los almacenes de naranja. A partir de esta edad entró como botones en una empresa suiza de exportación de vegetales, hasta su servicio militar en Xirivella. Después volvió al mundo del comercio internacional a través de la empresa Agrofruits, delegación de la alemana Estipion. Allí se labró una indiscutida reputación que le consagró a los 44 años como director general en España, hasta su jubilación.

La actividad laboral de Paco Blasco empezó con la exportación de frutas, verduras y hortalizas; luego se amplió con la importación y culminó con la producción. Toda su vida ha estado dedicada a la riqueza de los campos valencianos, producción que después esparcía por toda Europa, incluso en Rusia y sus países satélites. Se convirtió así en uno de los únicos testigos peninsulares del modo de vida real de aquel régimen totalitario, experiencia que compiló en su libro «Comunisme, no; perqué». Desde 1970 el gobierno de la Alemania del Este organizó en la bella ciudad de Leipzig una feria internacional de agricultura donde Paco asistía dos veces al año, junto con sus colegas alemanes. Allí se vendía a las empresas estatales de los países soviéticos una producción agrícola que pagaban en dólares. Paco convivía durante quince días en aquella atmósfera asfixiante y además recorrió muchos de aquellos países como Polonia o Checoslovaquia. Precisamente en Brno le pilló el 23-F, donde las autoridades ofrecieron asilo político a los damnificados por el golpe de Estado que al final se frustró.

En 2003 Paco Blasco se jubiló y empezó su segunda juventud. Desde siempre le había gustado escribir, y movido por un profundo sentimiento de amor a Valencia quiso usar su lengua nativa, la valenciana. Topetó entonces con el gran enredo lingüístico que sufrimos en Valencia, con partidarios de una y otra normativa. Con su neutral ojo de cíclope examinó el problema y se atrevió a resumirlo en un libro de título inequívoco, con el que ganó el premio de ensayo «Josep Maria Bayarri» de la Diputación de Valencia: «L'idioma valencià vist per un profà en la matèria». Allí examinaba toda la problemática y explicitaba su opinión valencianista razonada.

Esta defensa no fue teórica, sino práctica. Después de editar en 1996 y 1998 los libros «Vacaciones (Recordando)» y «El más allá o el placer de pensar», toda su producción literaria fue en valenciano. Su último proyecto es «Conéixer els productes de la terra i el plaer de fruir-los», centrado en frutas, verduras y hortalizas. Todos los conocimientos de una vida puestos al alcance del lector de manera ágil y directa.

Los libros de Blasco son estudios de un filósofo autodidacta que disecciona los temas con elegancia y lógica. El cíclope examina con su ojo único, neutral, y elabora una tesis con la única voluntad de ser útil a la sociedad. Con esa intención fundó en 2003 la asociación «Castell dels Sorells», cuya máxima gloria, aparte de los actos culturales que organiza, ha sido la publicación ininterrumpida de una revista que ha alcanzado este mes de enero su número 150. Se llama «El Guarda», bastión de la cultura valenciana en l'Horta Nord. Aporta informaciones gramaticales y literarias, y sugerimos que debería incluir más temas locales, como nombres de calles y partidas de huertas para remarcar su esencia albalatense. También cuenta con unas ricas biblioteca y hemeroteca al servicio del pueblo.

Casado con Carmen Mollá Oliver, ha tenido nueve hijos: Mary Ángeles, médica en la Fe; Francisco, que falleció prematuramente; José Manuel, afamado escultor en Gilet; Carmela, traumatóloga en el Clínico; Fernando, exportador e importador; Francisco, químico; Enrique, músico saxofonista; Aurora, microbióloga en Castelló y Sara, oncóloga. Actualmente con catorce nietos, espera que lleguen más.

Paco Blasco es un hombre de bien que se ha hecho a sí mismo en todos los sentidos, desde el profesional al intelectual. No tuvo estudios, pero demostró que lo que hay dentro de un hombre es más importante que lo que le aporten desde fuera. Lástima que en su pueblo no se lo reconozcan. Yo fui el primer pregonero de las fiestas patronales de Albalat cuando era alcalde Vicent Almenar en 1997, y me escandaliza que en estos 20 años hayan pasado por tan egregia trona muchos sabios y artistas, y ningún consistorio se haya acordado de este ciudadano excepcional que lanzaría un pregón documentado, valencianísimo y lleno de entusiasmo cívico.

Este es el triste destino de los cíclopes, ser unos incomprendidos. Cuando la sociedad valenciana detecta seres excepcionales, o los decapita o los minimiza. Pero como los cíclopes son gigantes y tienen algo de divinos, siguen trabajando sin descanso. Al cíclope de Valencia no le importan los desprecios, sino su propia conciencia. Por eso «El Guarda» sigue en pie, vigilando el horizonte de una sociedad valenciana que merece quererse más a si misma. Gracias a adalides como Paco Blasco, podremos conseguirlo.Fotos:

Cerámica ondense del siglo XIX. Cultura y tradición valencianas forman el alma de la asociación "Castell dels Sorells".

Paco y Carmen con el primer y último ejemplar de "El Guarda" en el jardín de su casa, a sus pies una escultura de su vástago José Manuel, escultor que ejerce la docencia en Gilet.

Paco con Paquito, el hijo que falleció prematuramente y que nunca será olvidado.

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