Por algo se empieza, y el fomento de rutas a la escuela andando y seguras, resulta una experiencia muy interesante, todavía minoritaria en nuestra ciudad. El Ayuntamiento de Valencia aporta financiación para la propuesta ciudadana de 'Colecamins', que diseñará caminos más seguros y eficientes en los barrios de Tres Forques y Patraix. No obstante, algunas voces reclaman ir más allá para favorecer la autonomía de los pequeños, ampliando el concepto de caminos escolares, recuperando espacio de juegos y de entornos seguros. Así que, en un segundo paso, el diseño de rutas escolares se acaba integrando en circuitos más amplios para todos los viandantes. Y otros reclaman que hay que hablar de ciudad amable más que de caminos escolares. Para ello, en la nueva corriente de procesos participativos (Benimacet, Orriols, Botànic, Russafa) se tiene en cuenta la opinión y propuestas de los niños, con resultados sorprendentes.

La seguridad. Atención, de nuevo, a Jane Jacobs: «Lo primero que se ha de comprender, y bien, es que la paz pública —la paz en las calles y en las aceras— de las ciudades no tiene por qué ser garantizada de manera esencial por la policía, por muy necesaria que ésta sea en otros aspectos. Esa paz ha de garantizarla principalmente una densa y casi inconsciente red de controles y reflejos de voluntariedad y buena disposición inscrita en el ánimo de las personas y alimentada constantemente por ellas mismas».

La misma autora explica lo que ocurre cuando se traslada a los niños de una calle animada y concurrida de una ciudad a los parques de rigor. «En la mayoría de los casos (no todos afortunadamente), los niños han sido trasladados de un lugar en el que había siempre presentes una importante proporción de ojos adultos vigilantes a un lugar en el que esa proporción de ojos adultos es muy pequeña y a veces nula». No son un buen método para la crianza de los niños, y las instalaciones no resultan rentables en términos de coste/ beneficio para la gente menuda.