Durante la visita a la Roqueta se habló inevitablemente de sus usos futuros, unos usos que el alcalde, Joan Ribó, reiteró que serán públicos, dada la titularidad municipal del edificio. No se concretó, sin embargo, cuál puede ser el futuro del monasterio, que ahora está en fase de consolidación de la estructura y que posteriormente necesitará de una segunda reforma para adaptarlo al uso que se le quiera dar. Todo parece indicar, por las palabras del arquitecto municipal Pedro Soler, que esos usos no se podrán concretar hasta que no se haga la excavación del edificio, que estaba prevista al inicio de estas obras pero que se ha pospuesto al final de la mismas porque el edificio se venía literalmente abajo.

Serán unas excavaciones importantes, de «profundidad» para las que no debe haber ningún problema, pues los suelos del edificio no se han tocado pensando precisamente en esos otros trabajos arqueológicos.

Aunque los expertos no tienen muchas esperanzas de encontrar cosas importantes, ya que gran parte del complejo ha sido arrasado por las diferentes intervenciones y por las obras del metro, una posibilidad es encontrar la tumba del mártir.

Hay muchos elementos, entre ellos un sarcófago de plomo de la época de su muerte (años 304), que demuestran que aquel lugar fue la tumba de San Vicente y que su cuerpo debe estar allí.

Si eso ocurriera, el santo, patrón de la ciudad, debería tener un lugar destacado en este emplazamiento, lo que de hecho condicionaría los usos.

Por ahora, la idea, como mucho, es ceder a las asociaciones vicentinas un espacio para sus actividades.

Ayer, el concejal del Grupo Popular Alfonso Novo defendió que el monasterio, una vez consolidado y rehabilitado, «sea la sede de la biblioteca y hemeroteca central de Valencia y se destine también a alojar un centro de estudios vicentinos. Por su parte, el portavoz de Ciudadanos, Fernando Giner, pidió también la participación de las entidades vicentinas.