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Análisis

La oportunidad que esperaba el Cabanyal

La degradación del barrio marítimo requiere de una intervención pública y financiera intensa y sin fisuras, sin aparcar por ello la vital importancia de la colaboración privada

La oportunidad que esperaba el Cabanyal

La historia del Cabanyal-Canyameral y su Conjunto Histórico, responde a uno de los conflictos sociales y urbanísticos de mayor repercusión mediática sucedido durante el último siglo en Europa, especialmente motivado por el Plan Especial de Reforma Interior y la propuesta de prolongación de la Avda. Blasco Ibañez.

De hecho, esta vía fue concebida como una propuesta de intervención a modo de un gran boulevard que comportaba demoliciones extensivas de un ámbito con un elevado nivel de protección. La reciente obtención por parte del Ayuntamiento de Valencia de las ayudas correspondientes a la Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible (EDUSI), incorpora en el Cabanyal más de 30 millones de euros y responde a una ocasión inigualable para regenerar y rejuvenecer este espacio estratégico de la ciudad, respetando las características propias de su arquitectura y la potencia de su trama urbana.

No obstante, en cualquier circunstancia y situación, y sin desconocer la vital importancia de la colaboración privada, la revitalización del Cabanyal pasa por el firme convencimiento de que su situación de degradación requiere una intervención pública y financiera intensa y sin fisuras.En este sentido y en materia de vivienda, el impulso en la gestión del Área de Regeneración y Renovación Urbana (ARRU), destinada a la rehabilitación de 130 edificios privados y 600 viviendas debe forzar un inevitable cambio de rumbo en la actividad edificatoria y rehabilitadora paralizada hasta la fecha, debiendo constituirse como punta de lanza de otras actuaciones posteriores en el barrio.

Inyección económica

Por otra parte, y en lo que se refiere tanto a la intervención en espacios urbanos como a la construcción o rehabilitación de equipamientos comunitarios, la propia Conselleria de Viviendas, Obras Públicas y Vertebración del Territorio ha previsto, en el marco del Plan Especial de Inversión Productiva, más de 26 millones de euros, aportaciones públicas sin precedente alguno desde el propio Plan RIVA para Ciutat Vella, pero todavía lejos de las necesidades y previsiones del PEPRI.

Asimismo, no debe olvidarse la capacidad de los equipamientos comunitarios para atraer y fijar población y para inducir actividades complementarias asociadas a los mismos, por lo que la rehabilitación del matadero de la calle San Pedro, el edificio dotacional de la calle Reina o la construcción del centro social en la Plaza Lorenzo de la Flor deben favorecer necesariamente estas estrategias.Por otra parte, tampoco debe perderse de vista la recuperación y la puesta en valor de los inmuebles más representativos y emblemáticos del Cabanyal, entre estos la Lonja del Pescado, la Casa dels Bous, el solar de los Teñidores o la Fábrica de Hielo.

En primer lugar y por lo que se refiere a la Lonja, el respeto hacia los actuales habitantes de este inmueble, conduce a plantear una solución intermedia en la que sería posible compatibilizar el uso residencial de las crujías laterales con la recuperación de la nave central como espacio de uso público. Por su parte, la «Casa dels Bous», con una vocación clara para convertirse en el museo marítimo de Valencia, se sitúa en un enclave crítico por su singularidad dentro del barrio por lo que una intervención a nivel urbano se constituiría como una ocasión excelente para resolver un ámbito especialmente complejo.

El »Solar de los Teñidores» que se erige como una pieza clave en un espacio de oportunidad único e inigualable en el Cabanyal o finalmente la «Fábrica de Hielo» edificio que a pesar de sus múltiples transformaciones cuenta, hoy en día, con unas condiciones muy adecuadas para su uso museístico. De esta forma la espacialidad de las naves laterales, de proporciones excepcionales e interiores diáfanos y espacios muy flexibles, lo convierte en un espacio apropiado para alojar cualquier equipamiento comunitario potente en el barrio.

Ahora bien, sin desmerecer el valor arquitecto e histórico del resto de inmuebles del Cabanyal, el Ayuntamiento también deberá replantearse el catálogo de bienes del PEPRI, reconsiderar los niveles de protección de los inmuebles incluidos y evitar así las políticas públicas excesivamente proteccionistas, que en muchas ocasiones no favorecen la regeneración de este tipo de barrios históricos.

Estudiantes y turistas

Desde el punto de vista socio-económico, necesariamente deberá intensificarse la relación del barrio con los turistas y los estudiantes. En el caso de los turistas, se debe aprovechar la cercanía de nuestro ámbito de actuación con el Puerto de Valencia mientras en el caso de los estudiantes no puede ignorarse el polo de atracción que la proximidad de la Universidad de València y la Politécnica inyectan al barrio.

Finalmente, la elaboración del nuevo PEPRI, no debe olvidar uno de sus puntos débiles, que no es otro que el acceso directo de València al Mar. El acceso debe reorientarse, adaptarse o desviar su traza, pero en cualquier circunstancia y situación, el encuentro entre Blasco Ibañez y el Cabanyal merece un análisis riguroso y una solución definitiva. Una vez paralizada la prolongación en cualquiera de las opciones expuestas, incluyendo las menos agresivas, deberá analizarse el encuentro con la calle Serrerías, pieza clave que opera como elemento de articulación urbana entre dos ámbitos de escalas muy diferentes.

En igual sentido, el análisis del entorno del entronque de la Avenida del Port con la c/ Enyinyer Manuel Soto y la reordenación del tráfico y la mejora urbana desde la misma Avenida hasta el Dr. Lluch podría abrir un espacio peatonal excelente que conectaría con las Atarazanas (uno de los edificios de mayor valor monumental de Valencia) con la Casa del Reloj y los tinglados históricos.

Marsella o Génova

De esta forma, la ciudad de Marsella, con el Museo del Mar y el Fort St. Jean además de la reurbanización del Port Vieux, o la operación realizada en Génova con el Museo Gálata son claros ejemplos de un verdadero cambio y de un excelente revulsivo en la imagen de la ciudad en espacios portuarios anteriormente abandonados.

En todo este contexto, debemos reconocer que el peso de la historia y la riqueza de su patrimonio arquitectónico y artístico han contribuido a que Valencia se haya constituido como uno de los referentes en los procesos de regeneración urbana.

Los retos son claros. Valencia debe conseguir en el Cabanyal un equilibrio, más o menos perfecto, entre las transformaciones radicales y la protección de su tejido histórico, entre el Urbanismo inspirado por aires de modernidad y el aprecio y el respeto por el pasado. Las propuestas de intervención derivadas de las duras tradiciones renovadoras, a modo de amplias avenidas y ejes estructurantes acompañadas de demoliciones extensivas deben dar lugar a las nuevas operaciones de «microcirugía urbana» totalmente respetuosas con el patrimonio histórico-artístico.

El Cabanyal-Canyameral tiene una nueva oportunidad para relanzar, de una vez por todas, la asignatura pendiente de la regeneración de la fachada marítima de la ciudad como parte trascendental e indispensable de la misma. En cualquier caso, el reconocimiento de este ámbito como elemento configurador de la imagen urbana de València está fuera de duda y la brillantez y excelencia de esta imagen debe transmitir el triunfo de las futuras estrategias de regeneración urbana.

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