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Kala

Bordados con historia en la plaza Redonda

Sus manteles, toallas o sábanas se bordan en su fábrica de Riba-roja

Bordados con historia en la plaza Redonda

«València puede recuperar su artesanía. Hay una cultura a defender con un producto elaborado de calidad». Son las palabras de Jon Galfarsoro, gerente de Kala, una tienda que desde hace dos años ofrece en el número 17 de la plaza redonda una enorme cantidad de productos textiles para el hogar y ropa de bebé. Todo ello está hecho con mimo, a mano,con el espíritu de recuperar el ajuar, esas prendas que se cuidan y aprecian y pasan de generación en generación.

Antes de este establecimiento, abrieron otro muy cerca, en la calle Sombrerería, pero su experiencia en el sector viene de lejos...de muy lejos. Cuenta Jon que todo empezó hace 70 años en Euskadi, de donde es su familia. Su abuelo Pedro, perseguido político durante la dictadura, se exilió a América, primero pasando por Filipinas y China. En este segundo país llenó unas maletas de telas.

Él ya había fabricado en Euskadi productos textiles y sabía que podían tener salida en su destino. Así, llegó a Venezuela, donde vendió esas telas compradas en Asia. Esas primeras ventas fueron el germen de una empresa de importación textil de China a América que de forma exitosa fue creciendo.

Sin embargo, como contaba Jon «hace 25 años la cosa se puso complicada en Venezuela» y se vinieron a València. Montaron una fábrica en Riba-roja y comenzaron a distribuir a tiendas multimarcas e incluso a exportar a Italia o Portugal.

También abrieron un negocio en la calle Periodista Azzati, bautizado como Lencería Peking -recordando aquella vía que abrieron entre China y América-, que estuvo funcionando durante dos décadas. Llegada la crisis económica, necesitó reinventarse.

El paso lo dio la siguiente generación, la de Jon, que dio una vuelta de tuerca a la imagen del negocio, que pasó a llamarse Kala (en referencia a la flor venezolana "cala", con la "K", de Peking), dando su primer paso en la calle Sombrerería y luego en la plaza Redonda.

Imagen actualizada

Han trabajado con interioristas, buscando mobiliario antiguo, pintando todo a mano...con el objetivo de darles personalidad, alejándolo de la imagen de una franquicia.

De hecho, Jon cuenta que ya han tenido propuestas para franquiciarse, pero que no es su intención. «No queremos que se pierda la esencia», explica, al tiempo que confirma que ya trabajan en su expansión, y han puesto el punto de mira en Mallorca.

Su clientela es una parte obviamente formada por turistas dada su ubicación, y otra las personas más mayores que quieren un ajuar para sus hijas, algo que señala Jon, «está volviendo». Del mismo modo, cuenta que también hay gente joven que se interesa por sus productos. «Nos vienen madres jóvenes muy modernas que en cambio visten a sus hijos de forma clásica».

«Nuestro producto es tradicional, clásico, con calidad, en blanco y crudo, hecho con algodón e hilo de forma artesanal», explica Jon, quien reivindica la necesidad y el potencial de València para recuperar su producción propia. «Ahora ya no hay tanta diferencia con China, ahora se puede ser más competitivos, porque ellos también tienen ya una mayor demanda interna, así que València puede volver a producir, con mejor calidad de los materiales y los acabados. Hay una generación aquí de diseñadores y empresarios que vuelven a cuidar muchísimo el producto, para que su idea se plasme con la mayor calidad y precisión».

Kala cuenta con una amplísima oferta de productos para el hogar (toallas, sábanas, manteles,cortinas...) y para bebés, a precios muy asequibles, y que como recuerda Jon «son muy finos y hay que cuidarlos». «Tienen ese valor, que se puede pasar de generación en generación. Esa es nuestra esencia». El establecimiento abre de 10 a 20 horas todos los días, a excepción de los domingos que se cierra a la hora de comer.

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