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Cinco años de olvido

La entomología sigue con la puerta cerrada

La Fundación Torres Sala, que gestionaba el Museo de Historia Natural de València, se extinguió en marzo - 200.000 ejemplares siguen en las vitrinas

La entomología sigue con la puerta cerrada

Ante sus vitrinas se agolpaban tanto pequeños curiosos como mayores expertos. Hasta 7.000 alumnos y un gran número de entomólogos y científicos de todo el mundo visitaban el Museo de Historia Natural al año. Visitaban, en pasado, porque cerró sus puertas al público el 9 de diciembre de 2012 y no las ha vuelto. A diferencia de los que cobran vida por las noches en algunas películas, este museo dedicado a insectos y moluscos, murió y no alberga vida en su interior. Tan solo la de la única persona contratada por el Ayuntamiento de València como encargada del mantenimiento básico y la vigilancia justa para que todo siga en orden.

El museo, en las instalaciones del número 15 del paseo de la Petxina de València, cerró asfixiado económicamente. La Fundación Torres Sala lo sustentaba y estaba formada por la Generalitat Valenciana, la Diputación de València y el Ayuntamiento de la ciudad. Se disolvió en 2012 y consta en el Registro de Fundaciones como extinguida desde marzo. Este trámite es el inicio del último proceso administrativo para su baja definitiva.

Casi cinco años después, todo está tal como se quedó el día en que se «bajaron las persianas». Cuatro colecciones -entre ellas las de Albert Martínez, Emilio Monedero o Juan Rueda-, se trasladaron posteriormente a un nuevo museo abierto en Alginet, pero en la Petxina aún quedan unas 200.000 muestras de insectos y moluscos de todo el mundo que en su momento donaron Siro de Fez (1888-1967), médico de Camporrobles, y el entomólogo valenciano Francisco Torres Sala (1892-1974).

La muestra, de estas y otras colecciones, era considerada por entonces la tercera más importante de España, con ejemplares de todos los continentes y océanos. «No teníamos ninguna subvención y no se podía mantener», lamenta Martín Quirós, el que fue director de la fundación durante una decena de años. «Con los pocos fondos que teníamos, pagamos las indemnizaciones y se acabó», explica el exdiputado popular y actual miembro del Consell Valencià de Cultura.

«El museo quedó en manos del Ayuntamiento, que se supone que está al cuidado de su mantenimiento. Ellos deben decidir qué hacen con él», detalla Quirós.

Los descendientes de los donantes lamentan que, tras 33 años, el museo cerrara sus puertas y el público ya no pueda apreciar las colecciones.

José María Carrasco, yerno del fallecido Siro de Fez, explica que hace «uno o dos años» hubo «una reunión con la diputación, la Universitat de València y el ayuntamiento, con una propuesta para volver a poner en marcha otra vez el museo, pero ha quedado en nada». Desde la familia, achacan esto a «un desinterés muy grande» y a que el museo «no está entre los objetivos prioritarios» de los políticos.

«La ciencia es internacional, algunas personas daban ejemplares y había un interés científico muy grande... ¡Hasta la Sociedad Española se interesó por el museo!», recuerda Carrasco. «Es una colección reconocida por todo el mundo, muy importante. A nivel internacional suscita más interés que aquí», añade.

«El ayuntamiento no ha hecho nada de nada, menos mal que todo está muy protegido por los armarios y las vitrinas de la época», apunta por su parte Francisco Gómez-Torres, sobrino nieto y ahijado del entomólogo Torres Sala. «El museo está cerrado y allí está todo», concluye con resignación. «Nos gustaría que supieran que lo que tienen es una maravilla única y no le dan importancia», afirma.

«Un estudio impresionante»

Para la familia de Torres Sala, las colecciones están «en el mejor sitio del mundo». Y es que, aunque pequeño, destacan que al museo «se puede entrar por el Jardín Botánico, así que su grandeza es doble», ya que esto se podría aprovechar para potenciarlo y atraer a los amantes de la naturaleza hasta él.

El material que se podía ver en el museo «es un estudio impresionante, único, se hizo durante mucho tiempo», matiza. Así, las colecciones son el trabajo de «toda una vida», que cobra mayor valor aún si se tiene en cuenta que los ejemplares se reunieron durante varias décadas del siglo pasado, con los medios de entonces. «Es increíble, fue un milagro y no han sabido cuidarlo ni respetarlo. Es una vergüenza», critica. El entomólogo valenciano Juan Torres Sala donó a la ciudad de València 75.000 coleópteros y lepidópteros. Con estos insectos se fundó el museo en 1984 y poco a poco se fue ampliando, por ejemplo, con los fondos de moluscos de Siro de Fez, en total unos 80.000 ejemplares.

Fuentes del Ayuntamiento de València no desvelan, de momento, cuál será el futuro de la institución, y emplazan a esperar la baja definitiva, ya que ahora el museo está «inmerso en el proceso de liquidación» de la fundación.

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