Nos vigilan, impasibles al paso del tiempo, desde las alturas. Algunos están ahí desde la época medieval, otros son algo más modernos, pero la gran mayoría pasan desapercibidos para transeúntes y turistas que cada día recorren las calles más céntricas de València. Hablamos de los dragones, sí, esos seres mitológicos, que son tan comunes en historias como la del propio San Jorge, cuya festividad se celebraba, precisamente, ayer.

El día de ese caballero que, como tantos otros en Europa, se dice que luchó, nada más y nada menos, que contra un dragón, fue el elegido para llevar a cabo la novedosa ruta «València, aquí hay dragones». En ella participaron unas 30 personas e iba destinada, sobre todo, a los guías turísticos y profesores. Su impulsor y creador del libro «València, here be dragons», Bob Yareham, contó multitud de anécdotas sobre los motivos de la presencia de estos seres en algunos de los edificios más emblemáticos de la ciudad e incluso en lugares como el escudo de la Generalitat, el cual, lejos de lo que algunos piensan, no representa a Jaime I: «Hay gente que dice que es el casco de Jaume I pero él nunca lo llevó. Sino que fue Pedro IV, el Ceremonioso, quien lo portó varias generaciones después».

La ruta arrancó, precisamente, en las Torres de Serranos, donde está este emblema con el citado dragón, pero no tanta gente sabe que en la parte posterior de las torres, en un lateral de la escalera de acceso, hay otros dos dragones que se están mordiendo la cola: «Este gesto era el símbolo de la medieval Orden del Dragón que se fundó para luchar contra la invasión otomana en Europa», explicaba Yareham. Quien luego contaba otra curiosa anécdota: «Uno de los fundadores de esta orden fue Drácula, el príncipe auténtico en que se basan los libros y películas y cuyo nombre significa hijo de dragón. Además, otro de los fundadores fue Alfonso V, rey de Aragón, al cual se lo conoce como el Magnánimo porque regaló a la Catedral de València el grial», recordaba este profesor de inglés y de historia.

Algo más allá, en el mismo edificio de las Corts, Yareham señalaba a los asistentes varios dragones que se encuentran en lo más alto y que reconocía que ni él mismo había visto antes de imbuirse en este proyecto. Él comentaba que hay dos tipos de estos seres en la ciudad, los de origen medieval, que llegaron en la época de la ruta de la seda desde China, donde son un ser «venerado y admirado» y los que fueron colocando los arquitectos modernistas que aprendieron en Barcelona bajo la influencia de Gaudí.

Por último, en esta época donde la gente camina por la calle mirando el móvil, ensimismada, Yareham aconseja «volver la vista hacia arriba» porque «nos encontraremos muchas sorpresas».