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Los contrastes de la ciudad

Apuntar a la luz y al mismo tiempo ocultarse de ella

La iglesia de San José de la Montaña, de estilo neoclásico, domina el paisaje en la Petxina - Un lúgubre y triste pasaje forma parte del entorno

Apuntar a la luz y al mismo tiempo ocultarse de ella

Dos extraños cohabitan en Extramurs, en el barrio de la Petxina. Uno apunta directamente al cielo, con una torre que domina el paisaje de los edificios del ensanche. El otro, en cambio, huye de la luz, y se convierte en purgatorio. La iglesia de San José de la Montaña, con su «revival» neogótico, es un Bien de Relevancia Local peculiar y casi único en la ciudad. A menos de 300 metros se encuentra uno de los pasajes más extraños del «cap i casal», lúgubre, frío y triste.

La Iglesia de San José de la Montaña, construida en 1925 por el arquitecto Francisco de Mora y Berenguer, forma parte de un conjunto formado por el templo, convento y colegio Inmaculado Corazón de María, ocupando una manzana de ensanche completa. Estilísticamente, se trata de una especie de «revival» neo-gótico en planta de una sola nave cubierta mediante bóvedas de crucería. A ambos lados del crucero se sitúan dos capillas laterales.

Según explica el catálogo municipal de BRL en el exterior aparecen pináculos y contrafuertes laterales escalonados sobre muros exteriores de piedra y ladrillo, tratados en ocasiones de forma rústica. La fachada presenta una amplia portada ojival abocinada, de tres arquivoltas, con cardinas y florones,sobre la que se sitúa un reloj y una ventana gótica tripartita, con parteluces y vidrieras, que da al coro. Corona la portada un campanario octogonal rematado con una única flecha gótica. Hace unos años se vio afectada por un pequeño seísmo, sin grandes consecuencias materiales.

Por otra parte, la plaza Horticultor Corset y la calle Santa María Micaela se unen mediante una pasaje que en el pasado pareció incluso proyectado para que circulara el tránsito, pero por el que hoy tan solo circulan peatones acelerando el paso. No es un lugar en el que apetezca pasar mucho tiempo. Paredes oscuras y un ambiente extraño forman parte de la travesía.

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