Más que una fiesta para decir adiós a 22 años de incansable e impagable lucha social, fue un acto de justicia, de reconocimiento a la trayectoria de un colectivo esencial para entender la historia reciente de la ciudad. Sí, se brindó por el buen trabajo realizado, pero el protagonismo lo tuvieron las palabras y las ideas transformadoras. Salvem el Botànic dijo ayer oficialmente adiós, aunque como recordó una de las fundadoras del movimiento, «hoy no es el final, sino el principio». Porque el concepto de «Recuperem ciutat», el otro lema de la coordinadora, sigue más vigente que nunca. En 1995 un grupo de personas mostró el camino a la ciudadanía y transmitió la importancia de reivindicar aquello que la sociedad no puede perder. En juego estaba el futuro del propio jardín botánico, pero también el paisaje de su entorno. Y ganaron. Desaparecieron los planes de torres y hoteles que ponían en peligro una de las fachadas más bonitas de la ciudad, pero no solo eso, sino que lograron que el ayuntamiento, el pueblo, acabara siendo el dueño de los terrenos y se comprometiera a cederlo a Universitat de València para la ampliación del Botànic. Antes, unos huertos urbanos dirigirán esta larga transición verde, pero el objetivo se ha cumplido; Salvem ha ganado.

Pascual Requena, portavoz de Salvem el Botànic, sin embargo, comenzó el acto recordaron que ellos se lo debían todo a dos movimientos sociales de la década de los 70 del pasado siglo. «Todos los movimientos cívicos son deudores de las luchas de los 70 ‘El Saler per al Poble y ‘El llit és nostre i el volem verd’. Sin aquellas luchas no seríamos lo que fuimos y somos. Los éxitos no fueron gracias a los partidos políticos, sino a la movilización ciudadana», recordó.

Requena dio la «enhorabuena» a toda la ciudadanía «porque podrá disfrutar de una mejor calidad de vida gracias a la causa de Salvem el Botànic. La fuerza de la movilización puede conseguir imposibles», sentenció.

Posteriormente tomaron la palabra los invitados de Salvem el Botànic. La miembro de Acció Ecologista Agró, Cristina Domingo, explicó que el de ayer era un día «de celebración y reencuentro». «Salvem ha sido una de las piedras más gruesas que se le pusieron en el zapato a Rita Barberá», aseguró y explicó que la coordinadora «fue un aliento para poner en marcha ideas de cambio de la ciudad». «Otras personas de otros lados de la ciudad pensaron que podíamos tener una ciudad más nuestra, como el Cabanyal, la ZAL, l’Horta o Tabacalera. Se creó un Salvem de Salvems, gracias a vuestro aliento inicial», reconoció.

La periodista María Josep Picó, especializada en medio ambiente, explicó que Salvem el Botànic nació «en un momento de efervescencia ambiental, pero también con la llegada de la derecha al poder», lo que no facilitó la consecución de sus objetivos. Picó se congratuló porque la del colectivo «es una victoria ciudadana que tenemos que saborear».

Los retos de futuro

El arquitecto Carmel Gradolí, miembro de Recuperem Ciutat y de Salvem, centró su intervención en los retos de futuro que se le presentan a la ciudadanía en el «cap i casal». «El poder es nuestro, y nada nos va a parar si las personas nos ponemos en marcha», proclamó en el auditorio del Jardí Botànic. «Tras el Botànic apareció la amenaza del Pouet, que perdimos, pero quedan por recuperar las alquerías. Tenemos pendiente Salvem el Cabanyal, que han logrado aguantar hasta que cayó la bestia. Pero queda mucho trabajo por hacer, porque las cosas van muy despacio. El barrio más maltratado de la ciudad es Natzaret, al que le cortaron la salida a la huerta, le quitaron la playa, y luego el río, y más tarde le quitaron La Punta, y eso es un genocidio porque destruyeron el paisaje y deportaron a las personas. Total, para que ahora todo esté perdido. Nos encontramos también con el reto del parque natural, con las agresiones del Puerto; tenemos que quitar algún día la autovía del Saler. Y hay que reconocer el trabajo que hoy hacen la Plataforma Litoral per al Poble, Per l’Horta, València en Bici y las asociaciones de vecinos», enfatizó.

También participó el historiador Pedro Ruiz, que fue rector de la Universitat de València de 1994 a 2002, y quien detalló que el Jardí Botànic «es mucho más» que un jardín, además de reconocer la importancia histórica de esta zona verde. Finalizó su intervención con un mensaje lacónico y de cierto calado reparador: «En tiempos de melancolía de la izquierda llega este acto porque la lucha se ha ganado».

Además de numeroso amigos de la causa, en el auditorio del Botànic se dieron cita numerosos activistas de la sociedad civil valenciana y una buena representación política. Entre los asistentes estaba el Conseller de Hacienda, Vicent Soler, el portavoz socialista en las Corts, Manolo Mata, el portavoz de Podemos en la misma cámara, Antonio Montiel, y los concejales del Ayuntamiento de València Vicent Sarrià (PSPV), Jordi Peris (València en Comú), María Oliver (València en Comú) y Sergi Campillo (Compromís). A este último le pidieron una breve intervención y recalcó que los movimientos cívicos «hacen política y somos herederos de esas luchas» E hizo una petición: «No nos dejéis solos, nos tenéis que ayudar y vigilar, porque el poder te aisla».