Una iglesia anclada en el corazón marítimo del Cabanyal, símbolo de la resistencia vecinal, muta cada fin de semana en sede social de inmigrantes, estudiantes y turistas polacos de toda la provincia, que exhiben orgullosos su cultura en «el barrio más polaco de València». Así lo defiende el párroco de la iglesia del Rosario, Czeslaw Piela, promotor de todas estas actividades y uno de los veinte responsables en España de una suerte de cuerpo diplomático de la Iglesia polaca que vela por el alma, y en ocasiones por asuntos más mundanos, de los expatriados de ese país en todo el mundo.

«En València viven alrededor de 800 inmigrantes polacos, unos 2.000 en la provincia y unos 4.000 en toda la Comunitat Valenciana, además de los estudiantes Erasmus, unos 200 nuevos cada semestre, y cientos de turistas», explica este cura de 55 años natural del sur de Polonia.

De todos ellos, aproximadamente la mitad visita frecuentemente la iglesia del Rosario en el barrio, creando así un movimiento asociativo que va más allá de la singularidad con la que viven la fe cristiana la mayoría de polacos.