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Alimentación

València lidera la apuesta por la alimentación sana y sostenible

La Capitalidad Mundial convierte al «cap i casal» en centro de las nuevas estrategias de la FAO con el encuentro mundial de alcaldes en octubre

De l'horta a la plaça, un mercado ecológico de proximidad en la plaza del Ayuntamiento, una de las iniciativas del Ayuntamiento de València. germán caballero

Convertida en capital mundial de la alimentación sostenible, València trabaja desde hace meses para aportar soluciones e ideas que le permitan a sí misma -y a otras ciudades del mundo- una metamorfósis en cuanto a hábitos de vida más saludables. En ese objetivo anda la FAO, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, que ha visto encederse todas las alarmas, según explica Vicent Domingo, comisionado de València en el tema de la capitalidad. No solo preocupa la situación en el mundo subdesarrollado, donde se lucha contra las hambrunas. También el futuro del Primer Mundo, donde los problemas son otros pero no menores y pasan por los desequilibrios.

La obesidad no genética, sino ligada a la mala comida, afecta ya a 500 millones de personas en todo el planeta. El pacto de política alimentaria urbana firmado en Milán en octubre de 2016 por un centenar de ciudades, entre ellas València, persigue que el acceso a una correcta y buena nutrición se convierta en un derecho universal. La estrategia pasa ahora por aparcar las acciones a nivel supranacional y nacional, para actuar en las urbes, donde los efectos prácticos son mesurables en el día a día. Donde las decisiones de los responsables municipales pueden tener un impacto más inmediato.

La FAO estima que el abastecimiento de las ciudades se enfrentará a diferentes obstáculos, entre ellos el desequilibrio en términos de acceso y distribución, el deterioro ambiental, la escasez de recursos, el cambio climático, las formas de producción y un consumo no sostenible. De ahí que busque una salida promoviendo que los ayuntamientos se involucren en la revisión y modificación de políticas, planes y normas existentes a nivel urbano para favorecer la creación de sistemas alimentarios justos y sostenibles. «Se trata de garantizar una comida sana, accesible a todas las capas sociales, al tiempo que se trabaja para reducir los desperdicios de alimentos, se preserva la biodiversidad y se trata de mitigar o adaptarse a los efectos del cambio climático», recordaba Joan Ribó el pasado martes en Roma ante la FAO. Un foro donde volvió a incidir en la apuesta decidida del Govern de la Nau por la recuperación y puesta en valor de la huerta urbana y periurbana.

Con un calendario pleno de actividades hasta la gran cita de octubre, el Ayuntamiento de València trabaja por ejemplo en la posibilidad de diseñar algun tipo de fiambrera que permita que uno mismo guarde la comida que le sobra en un restaurante sin tener que pedir un envase. «Como cuando uno mismo se sirve una pajita de las que hay la barra», explica Vicent Domingo. Para ello se desarrolla la idea junto con el Instituto Tecnológico de Industria Agroalimentaria (Ainia). Se busca, además, un diseño atractivo y biodegradable. «Si se hace un objeto que sirva para otras ciudades habremos dejado nuestra huella», avanza Domingo.

Aunque la capitalidad en sí acabará cuando finalice el año, el espíritu del Pacto de Milán continuará. El objetivo es crear una oficina o entidad con recursos de la Universitat Politècnica y la Universitat de València para aquellos ayuntamientos que lo soliciten puedan medir si se acercan o se alejan de las estrategias marcadas por la FAO. «No luce más lo que estamos haciendo ahora porque se están haciendo trabajos de cimentación», advierten.

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