La muerte de Paula Márquez, de solo 34 años, ha sido un duro revés para todos los que la conocían, principalmente para sus padres y su hermano, y para su novio, quien iba con ella conduciendo el vehículo cuando fueron embestidos por un coche cuyo conductor circulaba bajo los efectos del alcohol y las drogas. «Están destrozados, su novio no quiere hablar con nadie, llevaban toda la vida juntos», relataba una amiga de la fallecida.

La pareja, que se conocía desde la adolescencia, llevaba varios años viviendo junta. La mañana del accidente Paula, licenciada en Administración de Empresas, había acudido a trabajar a la empresa de climatización que dirige su padre. Al mediodía se marchó a comer con su novio en una de las furgonetas de la empresa que habitualmente utilizaba ella también como coche particular. Aunque solía conducir ella, según apuntaron sus compañeras, la fatalidad quiso que ese día fuera en el asiento del copiloto y que un «desgraciado» se cruzara en su camino. «Merece pudrirse en prisión, no se puede ir por ahí conduciendo borracho y drogado», espetó una amiga pidiendo Justicia.

La joven ha sido enterrada este sábadi tras una misa funera en el tanatorio municipal de València. Sus familiares y amigos le han dado un último adiós en el que han recordado a Paula «con la sonrisa que siempre tenía en el rostro».