Las fiestas de la Virgen de los Desamparados de 2017 se caracterizan por una modificación sustancial en su programa de festejos: la patrona recibirá homenaje en forma de baile de forma casi ininterrumpida. Desde el viernes por la noche y durante gran parte de la jornada del sábado, los visitantes a la plaza podrán contemplar sucesivamente la evolución de diferentes colectivos culturales: las comisiones de falla y altares vicentinos, los niños, los grupos procedentes de poblaciones y los del «cap i casal», que son los que cerrarán el ritual pero por poco tiempo, puesto que el lunes volverá la actividad con la Ronda a la Verge.

La escisión de lo que, hasta ahora, era una «dansà» única la noche del sábado se debe al propio crecimiento del acto, que sufría su particular elefantiasis, y al crecimiento exponencial en el número de grupos de baile que también pedían participar. El director del grupo Alimara, Salvador Mercado -una de las entidades pioneras de este acto- considera que el cambio «era preciso sí o sí. El acto ya estaba totalmente saturado y nada más entrar este nuevo equipo de gobierno, con Pere Fuset en la concejalía, lo planteamos. Ya no nos quedaba más opción que, no sé, echar la basílica abajo para poder caber todos. Y evidentemente, esa no era la solución».

La celebración de varios días de «dansà» no es nuevo en las fiestas populares. «Hay lugares, como en Guadassuar, que hay toda una semana en la que se baila durante sus fiestas mayores. Hay veces que es después de los días grandes y hay lugares que es antes. Hacerlo aquí los dos días previos no está mal».

Un fenómeno creciente

Uno de los motivos para este ensanchamiento es el propio crecimiento en el número de grupos de baile. Ahora mismo, hacer «balls valencians» está de moda. «Es algo cultural que posiblemente vaya a temporadas. En los años ochenta también hubo una explosión en el número de grupos». En el «cap i casal», especialmente, en las comisiones de falla. «Son grupos con otros cometidos y objetivos de los nosotros, que actuamos de continuo. Ellos lo hacen en momentos más contados: la presentación, los «balls al carrer» del domingo en la plaza, algún festival que organicen ellos u otras fallas vecinas... hacen su labor. Es distinta a la nuestra, pero también tienen un cometido».

Salvador Mercado justificaba la medida que ha generado controversia: el hecho de que las parejas de baile han de ser, sí o sí, mixtas. «¿Por qué? Porque así es la tradición y si queremos actuar en puridad, tenemos que conservar las tradiciones tal como son». Esto ha complicado a las comisiones de falla, donde son muchas más las mujeres que los hombres las inscritas a los grupos de baile. «Hay que recordar que los bailes era la forma que tenían las parejas para ´ligar´. Y, claro, antiguamente, sólo lo hacían las parejas mixtas». El debate ha surgido porque chocaba que se hiciera con un ayuntamiento que aboga por la inclusividad. «Y yo soy el primero que no está para nada en contra de las parejas del mismo sexo. Pero el baile, en gran parte de las modalidades, lo asociamos a parejas de distinto sexo. Así se hace en cualquier pueblo y nuestra obligación es preservar la tradición y ajustarnos a ella».