Por fin ayer el Palacio de Ayora volvió a la vida, abriendo sus puertas de par en par a los vecinos del barrio, esos que llevan años reclamando que este edificio emblemático fuera parte de su día a día y no solo un patrimonio para postales.

Esta construcción del año 1900 encargada por el comerciante José Ayora al maestro de obras Peregrín Mustieles nació como residencia burguesa, en la que este hombre de negocios vivió junto a su hermana Dolores Ayora; y llegó a ser en el pasado siglo discoteca, para luego acoger un retén de la policía y finalmente convertirse en una guardería municipal. Hace 7 años dejó de acoger niños por los daños estructurales detectados por el ayuntamiento y ahora-tras salvar en 1983 un derribo al ser convertido en Monumento Histórico-Artístico-, será un espacio sociocultural en el que se llevarán a cabo clases de la Universitat Popular así como aquellas actividades impulsadas por vecinos y colectivos sociales.

Y es que la concejalía de Igualdad y Políticas Inclusivas, dirigida por Isabel Lozano, quiere que sea un lugar abierto, un nuevo modelo para potenciar la participación social. De hecho, la edil explicó ayer a este diario que se podrá hacer reservas cuando no haya clase para encuentros asociativos, conferencias, presentaciones de libros...

700 metros cuadrados

Tras un año desde el inicio de las obras y una inversión de 288.000 euros, el ayuntamiento celebró ayer su apertura invitando al vecindario y asociaciones. Al acto, celebrado por la tarde, acudió el alcalde de València, Joan Ribó y la concejala Isabel Lozano. El alcalde mostró su «gran satisfacción» por «haber rehabilitado este edificio y ponerlo en manos de uno de los organismos municipales que más valor social aporta a nuestra ciudad, la Universitat Popular». «Necesitamos espacios para hacer ciudadanía, espacios de encuentro y de intercambio y recursos para llenarlos de iniciativas y contenido. De esto la UP sabe y mucho y por eso es un referente entre todas las universidades populares de todo el Estado», añadió Ribó.

Lozano afirmó que el ayuntamiento «está impulsando la UP de manera decidida para potenciar su vertiente de participación social y plena conexión con el tejido social de los barrios, contribuir al pensamiento crítico y una ciudadanía activa, y dar respuesta a las reivindicaciones del vecindario y de las asociaciones del distrito».

El edificio cuenta con 700 metros cuadrados, consta de tres plantas y un mirador. En breve parte de la oferta de la UP de Algirós se trasladará ya a estas nuevas instalaciones y toda la oferta formativa prevista estará allí en septiembre.

A la entrada al edificio, que ha sido reformado en su totalidad y respetando sus particularidades arquitectónicas, hay una gran sala, decorada con paneles elaborados por alumnos de la UP, y en la siguiente planta varias aulas. En la última planta, la gran sala diáfana lleva el nombre de Alejandra Soler, que falleció en marzo a los 103 años y fue maestra republicana en los años 30.

El gran problema que encontraron los arquitectos fue el estado del forjado, que obligó a paralizar las obras para reforzarlo dado que podía suponer problemas graves, incluyendo el hundimiento del suelo.