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Callejero

"Para la Plaza del Caudillo queríamos a Blasco Ibáñez"

Martínez Castellano, primer alcalde de la era democrática, recuerda que los cambios iniciales de calles se adoptaron en el primer pleno de 1979

"Para la Plaza del Caudillo queríamos a Blasco Ibáñez"

El cambio de nombres de calles relacionadas con la dictadura franquista fue uno de los acuerdos de la primera sesión plenaria del primer ayuntamiento no franquista. El 27 de abril de 1979. Fue, pues, una de las primeras decisiones que se adoptaron y supuso la desaparición del callejero de una serie de denominaciones: Caudillo, José Antonio, Calvo Sotelo, Falangista Esteve, Alférez Provisional, Onésimo Redondo, Ramiro Ledesma, División Azul o General Moscardó.

Aquel ayuntamiento lo presidía el primer alcalde de la democracia, Fernando Martínez Castellano, que recuerda esa decisión como «una cosa que hicimos a base, simplemente, de sentido común. No teníamos por medio ninguna ley de Memoria Histórica. Tan sólo una mesa, sentarnos y tratar de buscar un acuerdo con nombres que, además, saltaba a la vista que no podían continuar recibiendo honores».

De todos modos, hay que transportarse en el tiempo. Está por desarrollarse la Batalla de València, faltan dos años para el intento de golpe de estado del 23-F y en la sociedad quedaba una corriente de simpatía hacia el tiempo vivido. «Y las cosas estaban como estaban», que antes del pleno «me pusieron una bomba de fabricación casera al lado de casa».

Martínez Castellano recuerda especialmente sentirse marcado por la figura del doctor (colega, pues, de profesión) Peset Aleixandre, fusilado casi a la vez que él nacía. «No entendía que, dos años después de acabar la guerra, todavía se ejecutara a gente». Los nombres fueron sustituidos por otros de carácter institucional o topográfico. El que fuera alcalde de la ciudad reconoce que le sigue «chocando que haya gente, incluso los que no lo han vivido, que todavía se les escape la denominación de Plaza del Caudillo».

El caso es que «País Valencià» no era la primera opción. «Pero una de las últimas decisiones del anterior ayuntamiento, el de Miguel Ramón Izquierdo fue la de cambiar el nombre del Paseo de València al Mar por Avenida de Blasco Ibáñez, y ese era el nombre que nos hubiese gustado». También se habló del 9 d'octubre. Finalmente, País Valencià duró lo que duró esa denominación, siendo sustituida posteriormente por Plaza del Ayuntamiento.

El resto de denominaciones más conocidas fueron las de Antiguo Reino de València (José Antonio); Russafa (Calvo Sotelo); Periodista Azzati (Falangista Esteve) «que era el nombre que tenía esa calle durante la República», Constitución (Ramiro Ledesma), Campanar (Alférez Provisional) y el mencionado Peset Aleixandre, que sustituyó al falangista Onésimo Redondo.

El cambio de calles actual ha suscitado diversidad de opiniones por lo institucionalizadas que están esas calles y porque «ha faltado pedagogía. Llevamos ya un año con el tema y seguro que había que haberse explicado. Por ejemplo, el señor Castán Tobeñas. Sí: un jurista, todo lo insigne que se quiera, pero por ésta, ésta y ésta razón no es merecedor de tener una calle». Reconoce que «hicimos ese primer cambio de calles, pero la intención era haber seguido, pero hay que recordar que las cosas había que hacerlas con cuidado».

Tanto, que recuerda que la retirada de la estatua de Franco en la plaza se demoró algunos años. «Existía esa frase de El burro i l'aca fora de la plaça. Acabé por llamar a Alfonso Guerra porque necesitaba saber qué posición adoptaba el partido. Y me preguntó "¿el caballo te pide alfalfa?". Le respondí que no, claro. Y me recomendó que, de momento, lo dejara para más adelante». Concretamente, en 1983. Y todavía con incidentes. Una cosa es retirar un nombre y otra que guste el nuevo. «Vivo en Mislata y aquí hay calles del Che Guevara, John Lennon, Serrat...».

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