Se llama Jupp, es hembra y tiene 5 años. Es un ejemplar de lémur de Catta que lucha por integrarse con el resto de la colonia de lémures del Bioparc -hay hasta seis especies distintas en el espacio reservado a Madagascar- después de haber pasado toda su vida en cautividad. Con ella, serán 13 cattas. "Buen número. Seguro", dice uno de sus cuidadores.

Fue encontrada por una mujer en una calle, cerca de la avenida de la Plata, en València, hace algo más de un mes. La mujer la recogió -está tan humanizada que ni siquiera se asustó- y la llevó a su casa. Llamó al Seprona de la Guardia Civil y ahora intenta adaptarse a su nueva vida en el Bioparc. De sus dueños anteriores, nadie sabe nada, entre otras cosas, porque la tenencia de un ejemplar de lémur es ilegal, así que nadie se atreve a reclamarla.

La joven Catta -pueden vivir hasta 27 años- fue presentada ayer en sociedad, en las instalaciones del parque, por su director, Luis Ángel Martínez Juez; la teniente jefe de la sección del Seprona de València, Pilar Meléndez, y el delegado del Gobierno, Juan Carlos Moragues. Bajo la atenta y curiosa mirada del resto de la colonia de lémures, la teniente explicó el hallazgo del ejemplar y su rescate, e hizo un llamamiento a la responsabilidad a la hora de buscar y cuidar mascotas. "Cada vez se buscan animales más exóticos, por el plus de exclusividad que conllevan, y la gente olvida que muchos son ilegales o, como mínimo, alegales, así que ni siquiera pueden exhibirlos", explicó.

Martínez Juez detalló el programa de integración que se está llevando a cabo con la nueva habitante del Bioparc, que, de momento, permanece en una jaula y sólo mantiene contacto visual con el resto de los lémures, para que vayan conociéndose y aceptándose. "Sera complicado", aventura su cuidador, "porque estos animales se organizan en un matriarcado y son muy territoriales". De momento, no hay tiempo previsto. "Ellos solos lo irán marcando. Será difícil, pero esperemos que finalmente la acepten y pase a ser una más".