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Estrategia electoral

Ingeniería de datos en el PP para recuperar València

La gestora en la ciudad monta un laboratorio de ideas cuyo punto de partida ha sido el análisis de cientos de datos electorales y sociológicos para afinar los mensajes y atraer de nuevo a los votantes

Santamaría, con su equipo, en el ´laboratorio´ de ideas improvisado montado en el comedor de su casa. germán caballero

El Big Data y su análisis desempeñaron un papel crucial en las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos. El método, consistente en analizar millones de datos para obtener el mensaje político más apropiado a cada votante, contribuyó a la victoria de Donald Trump. La ciencia de los datos predictivos ha ganado terreno a la demoscopia y en la cuna del capitalismo las mentes más privilegiadas se sumergen en algoritmos avanzados para atraer al electorado. En la Comunitat Valenciana se está muy lejos del Big Data, pero hay quienes están convencidos de que el mundo de la política ha experimentado un cambio de paradigma de tales dimensiones que es necesario cambiar la forma de acercarse a los potenciales electores.

Son quienes sostienen que detrás de los datos y las cifras pueden encontrarse muchas respuestas y ser más eficaz, máxime cuando las arcas de los partidos ya no dan para campañas fastuosas y la volatilidad del voto es cada vez mayor. Entre ellos se encuentra el presidente de la gestora del PP en la ciudad de València y diputado autonómico, Luis Santamaría, quien a base de diseccionar resultados electorales ha acabado convirtiendo la sala de estar de su vivienda en un laboratorio de ideas. Allí, junto con un equipo de voluntarios, se encierra horas y horas para tratar de encontrar la mejor estrategia de cara al objetivo de recuperar la alcaldía de València dentro de dos años, una plaza que, además, es imprescindible para que el PP vuelva a la Generalitat.

Pero la ciudad, durante más de veinte años coto privado del PP, y en concreto, de Rita Barberá, es desde mayo de 2015 terreno del tripartito. Desde el punto de vista orgánico está sumido en una crisis: la caída del icono Barberá, un grupo municipal diezmado por el Caso Taula, y distritos en alerta continua por la lucha soterrada por hacerse por el poder. Todo ello bajo otra verdad irrefutable: la de que el cartel electoral de València se decidirá en un despacho de Génova.

La nueva gestora es consciente de esta realidad, pero también de que mientras que la cuestión orgánica se soluciona y se decide el liderazgo en la ciudad, el PP debe construir ya un nuevo relato, contar con un discurso programático renovado y con una nueva estrategia sostenida en datos. Para ello, han llegado a la conclusión de que deben abandonar su zona de confort, es decir, ir más allá del terreno donde geográfica e ideológicamente se han sentido cómodos.

Hay asuntos donde al PP el discurso le resulta fácil: Europa, los impuestos, las pensiones, etc; pero hay otros, más pegados al día a día de los barrios, en los que están ausentes: son asuntos, a priori menores, pero que preocupan a la ciudadanía, como son los animales de compañía, la calidad ambiental, la movilidad, etc.

Ahora bien, el perfil sociológico del votante puede variar mucho de un barrio a otro, de ahí que hay que afinar el mensaje y dirigirlo a donde se sea más efectivo.

El punto de partida, por tanto, ha sido un análisis concienzudo de los resultados electorales en los 19 distritos de València, pero bajando al detalle, es decir, analizando las 862 mesas electorales distribuidas por los 85 barrios. Santamaría y su equipo tienen claro cuáles sus objetivos estratégicos: aquellas mesas donde Ciudadanos obtuvo votos por encima de la media, unos apoyos que, creen, con la estrategia adecuada podrían volver al PP.

Y ahí entra de nuevo la ingeniería de datos. De la Oficina de Estadística Municipal se han extraído cientos de datos sociológicos (número de nacimientos, tasa de desempleo, paradas de EMT, media de edad, zonas verdes, etc) con el fin de que los mensajes se adapten de la mejor manera posible a la realidad del vecindario.

«No es lo mismo ir a un barrio con 800 nacimientos que a otro que se está despoblando o tiene un problema con la inmigración», indica Santamaría, quien admite que desde la gestora cualquier actividad en los barrios «tiene una estrategia detrás». Apuntarse al gimnasio, quedar a almorzar, visitar una falla. Nada de lo que hacen se deja al azar. Y es que hasta el google earth es una herramienta para visualizar las calles que los posits pegados en las paredes de la casa de Santamaría señalan como importantes.

Santamaría y su equipo arrancaron su particular Big Data en el distrito de Benicalap, donde viven más de 28.000 personas. Y es que los distritos con más de 10.000 electores son prioritarios. Con todo, en unos días toda la ciudad habrá sido diseccionada. Hecho el diagnóstico, localizadas las zonas de actuación preferente, la gestora quiere trabajar en dos frentes: las redes sociales y la presencia física. Un mensaje, una foto en el tuit de un influencer reconocido puede ser mucho más efectivo que un mitin, por poner un ejemplo. Y luego está dónde y cómo dejarse ver. Y aquí el trabajo de la militancia es fundamental. Además de los presidentes de distrito, la gestora quiere contar con agentes en todos los barrios. «Debemos planificar dónde almorzar, en qué barrios y tener presencia física en aquelas actividades importantes», añade.

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