La cafetería y restaurante Bimbi cerró el pasado martes tras medio siglo de acompañar el día a día de la ciudad en el emblemático emplazamiento de la Gran Vía Marqués del Turia. Acaba así un vestigio de otra época, un viaje en el tiempo que se apreciaba incluso al franquear las puertas del mismo, que conservaba ese punto de aire sesentero que le acompañó toda su vida, incluso a pesar de las remodelaciones a las que fue sometido. Un lugar de fidelización, de clientes de toda la vida, y de especialidades únicas, como su arroz al horno. Al que le gustaba, repetía y repetía. Apenas quince días después del repentino fallecimiento de su propietario, Jesús Barrachina, los hijos han decidido dar por concluida la andadura de un hito de la hostelería valenciana.

«Ha sido por el fallecimiento de papá. Pero además, se jubilaba Fernando (Fernando Sanz), que era el alma de Bimbi. Nosotros no podíamos dedicarnos personalmente a él. Nos ha dolido mucho porque es parte de la historia de nuestra familia. Pero fríamente, es lo que teníamos que hacer» reconocía ayer Jesús Barrachina junior. Con él asentado en el Nou Racó y su hermana Cuca en la Feria, y con la jubilación del «señor Fernando», Bimbi acababa por perder el timón. «El negocio seguía funcionando. Había bajado algo, especialmente con las cenas, pero seguía tirando. Pero este tipo de establecimientos habría necesitado de alguien que lo sintiera como propio. Con la jubilación de Fernando nos quedábamos cojos del todo. Bimbi sólo podía funcionar si se le trataba con un cariño especial».

Precursor de franquicias

Bimbi fue coetáneo de casa Barrachina. «Nuestro abuelo creó las franquicias cuando éstas no existían. Abría un establecimiento y el siguiente mantenía un estilo similar, adaptado al local en el que estaba. Bimbi fue un establecimiento en el que al cliente se le conocía con nombre y apellido, se sabía lo que tomaba, si lo quería en vaso, con servilleta de papel o de tela... un negocio personal».

El pasado martes comunicaron el cierre a la media docena de empleados. Bimbi estaba a nombre de Jesús Barrachina. No pertenecía a ninguna sociedad y las cuestiones legales aconsejaban, bajo el prisma empresarial, cerrar antes de un mes. «Nos reunimos los tres hermanos (Ignacio, Jesús y Cuca) el lunes y tomamos la decisión. No es agradable, pero no había más salida».

La sensación ayer era la de un día de cierre por descanso del personal. El establecimiento estaba cerrado, pero con su interior perfectamente ordenado. Un cartel «cerrado por cese de negocio» anunciaba, sin embargo, la mala nueva. Ahora queda la duda sobre el futuro del inmueble (vivieron en régimen de alquilar todo el medio siglo) y de todo el material acumulado.