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Balance de media legislatura

Gestos a la espera de obras

El bloqueo y el aplazamiento de los grandes temas y proyectos han provocado que en la opinión pública cale la impresión de una gestión basada en la bicicleta, la laicidad o la memoria histórica

Gestos a la espera de obras

n El próximo martes, 13 de junio, se cumplen los dos primeros años de gestión del Govern de la Nau, un nuevo gobierno compuesto por tres formaciones de izquierdas (Compromís, Partido Socialista y València en Comú) que ha dado una impronta diferente a la gestión municipal y que trata de consolidar un liderazgo en la ciudad alejado de la política popular que ha reinado en la capital durante 24 años.

En ese empeño ha apostado claramente por la sostenibilidad, la movilidad, los barrios y la atención a las personas. Y en muchos aspectos se han visto avances, en unos más claros que en otros. Pero en algunos, los de mayor envergadura, hay cierta frustración. Bien por la proclamada lentitud administrativa, bien por la cerrazón de otras administraciones, sobre todo del Gobierno central, los asuntos más relevantes están paralizados, lo que ha hecho que estos dos años hayan quedado marcados, al menos de cara a la opinión pública, por las discutidas medidas de movilidad o fiestas, ambas de bajo coste, y por la política de gestos, casi siempre controvertida.

Asuntos como el Parque Central, pendiente desde hace décadas; el aparcamiento y la urbanización de la céntrica Plaza Ciudad de Brujas; o el desbloqueo de la deuda de la Marina de València, que atenaza al proyecto más costoso de la ciudad, siguen pendientes de resolución. El Gobierno central no acaba de implicarse en las demandas de València y de momento sólo se ha conseguido un compromiso para trocear el Parque Central y hacer una primera fase (soterramiento de vías) en la que el ayuntamiento y la Generalitat tendrán que aportar una importante cantidad de dinero que no ven clara.

El «no» del Cabanyal

Pero lo más reseñable es el retraso que se ha producido en la recuperación del Cabanyal, proyecto estrella del Govern de la Nau demorado, dicen los responsables políticos, por las complicados trámites administrativos. Los vecinos llevan meses mostrando su malestar por el deterioro social del barrio y la inacción del gobierno, hasta el punto de que en la última visita institucional, tanto el alcalde de València, Joan Ribó, como el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, fueron objeto de reprimenda pública.

Por lo que se refiere a los servicios, el balance es dispar. Los Servicios Sociales avanzan y la atención a los barrios mejora, pero aunque se han inyectado 4 millones al capítulo de limpieza, se mantiene la sensación de que València está sucia. Y lo mismo ocurre con los jardines.

También hay cuestiones de gran calado social como el botellón, el ruido nocturno o los apartamentos turísticos que siguen creciendo sin control a la espera de una Ordenanza de Convivencia en fase de elaboración. Y hay un amplio espacio de Fiestas donde se han producido cambios que no han sido bien acogidos por gran parte de los falleros. Particularmente alarmante fue el protocolo de vestimenta de las chicas, que hizo rodar cabezas en la Junta Central Fallera.

Justo es decir, no obstante, que en muchos de estos asuntos puede verse la botella medio llena, pues hay más servicios de limpieza en las calles y las fiestas se han conciliado con la ciudadanía, que es lo prioritario para el gobierno de la ciudad.

Lo más notable

En cualquier caso, el capítulo más destacado de estos dos años ha sido la movilidad. El anillo ciclista es todo un hito en este sentido, unido a los muchos kilómetros de carril bici que se han incorporado a las principales vías. Y la semipeatonalización del entorno del Mercado Central adelanta lo que será la peatonalización total de ese entorno antes de que acabe la legislatura.

El problema ha estado en la gestión de estas medidas y sobre todo las más simples que han creado un gran crispación social, entre ellas los cambios en las líneas del EMT y, más recientemente, la prohibición de aparcar en el carril bus por las noches, decisión muy cuestionada desde los socios del Partido Socialista y València en Comú básicamente por las formas.

Así mismo, se ha dado una vuelta a celebraciones como la Procesión Cívica, que ha dejado de entrar en la catedral; se ha devuelto la laicidad a los espacios públicos, como el tanatorio municipal, donde se han retirado los crucifijos; se ha puesto el nombre de la ciudad en valenciano, y justo ahora se aborda la retirada del nombre de las calles franquistas.

Además se han prohibido determinados festejos de «bous al carrer», sin tocar las corridas de toros, y se ha implantado una política animalista muy acorde con los nuevos tiempos.

Y es precisamente esa política de gestos lo que ha quedado de estos dos primeros años de gestión. Esto es lo que ha trascendido a la opinión pública, lo que puede entenderse como un cambio de rumbo de la ciudad o bien como una pobre gestión global.

Lo que queda pendiente

Todo se juega, pues, en la segunda parte de la legislatura, con los grandes proyectos por venir y unas complicadas elecciones como horizonte final.

Esencial se antoja presentar un Cabanyal mínimamente reconstituido, pero no sólo habiendo invertido los muchos millones programados con la ayuda estatal y europea, sino habiendo pacificado un barrio donde los conflictos sociales superan incluso a los urbanísticos.

Están pendientes también los grandes proyectos de ciudad, como el Parque Central y la Marina de València. Y por parte exclusivamente municipal, se espera una transformación decidida y definitiva del centro de la ciudad, peatonalizando el entorno del Mercado Central y la Lonja y reordenando la Plaza de la Reina.

Finalmente, queda por delante toda la última fase del Plan Confianza de la Generalitat Valencia, que ya está comprometida y que no cuesta ni un euro al ayuntamiento. De hecho, ahí está incluido el aparcamiento de Brujas, el Mercado del Grao, l’Escorxador, la Casa del Relojero, la Muralla Islámica y gran parte de las obras del Cabanyal.

Tan consciente es el equipo de gobierno de ello que la Secretaría General ha pedido a todos los servicios municipales que aceleren estas obras para estar acabadas antes del 30 de junio de 2019, fecha límite para terminar el Plan Confianza y fecha límite también para el crédito político y electoral del Govern de la Nau.

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