El Canyamelar, barrio del distrito Poblats Marítims de Valencia, tiene un origen medieval, surgido junto a la Vilanova del Mar (Villa Nova Maris Valentiae), también llamada Vilanova del Grau de la Mar, núcleo fortificado que Jaime I creó junto a la desembocadura del Turia.

El Conquistador, agradecido con los hombres de mar que sirvieron en su armada, les concedió casas en la ciudad, núcleo del posterior Barri de Pescadors y cierta tierra junto al mar, convirtiéndose en pescadores la mayoría de ellos.

En la Antigüedad tardía y en la Edad Media, las islas y costas tenían muy mala fama, siendo creencia generalizada que estaban habitadas por demonios que producían toda clase de maldades a sus pobladores. Ello, junto a peligros mucho más terrenales, desaconsejaba el establecimiento de poblaciones estables a la orilla del mar, limitándose unos pocos pescadores a erigir frágiles cabañas en la misma playa para guardar los aparejos del oficio, pernoctando ellos en el Grau o en Valencia.

Ese reducido conjunto de cabañas y barracas de pescadores a las afueras del Grau es llamado en algunos antiguos documentos «cabanyal» y «barracas». Así las llama Anton van den Wijngaerde, pintor de Felipe II, cuando en 1563 plasma, por orden real, detalladas vistas de Valencia y su entorno. «Barracas» las llama también Lope de Vega en su comedia «El Grao de Valencia», escrita sobre 1590. Este genérico poblado tiene incluso una obra dramática, de autor anónimo, titulada «Las Barracas del Grao de Valencia», publicada en 1671.

- ¿Cuándo y por qué se le llama Canyamelar a una porción de esas «barracas» de la playa del Grau?

La respuesta sobre el origen y antigüedad del topónimo Canyamelar, la da Marcos Antonio de Orellana en un informe que remitió en 1800 a la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Valencia, interesada en localizar terrenos apropiados para el cultivo de la caña de azúcar o canyamel. Dice Orellana: «cerca del Grao de Valencia, existe una partida que de antiguo conserva el nombre de el Canyamelar. De que se infiere que toda esa tierra ha dado pruebas de ser apta para dicha cosecha y que se ocupó con efecto en cañas dulces para la fábrica de azúcar?» (Archivo RSEAP, sign. C-33, VI, núm. 4.9)

- ¿Cuán antiguo es ese «de antiguo» que menciona Orellana en el año 1800?

No lo sabemos, pero podemos deducir que alude a siglos atrás. La pista nos la da la documentación que obra en el Archivo Histórico Municipal de Valencia. Así, leemos que el 31 de diciembre de 1407 «E per tal com lo present Consell hagues en singular voler e axju dixeren á ennoblehir é mellorar la ciutat de Valent. axj per fama com per feyts é augmentar lo patrimonj de aquella en so que poguessen é assenyaladament en una cosa novella quils paria de laor e benfactible, so es que sucre hic fos fet e obrat, al qual era molt abta la orta de la dita ciutat per so lo dit consell feu venjir en Nicholau Sentafé especier qui en la supplicació donada dix si eser maestre sucrer e sabidor daquella cosa» (AHMV, Manual de Consells, nº 23, fol. 273 r.) y que el 28 de febrero de 1408 se le pagan 25 florines a dicho Nicolás Santafé «per esguart de vehinatge que ha stat per obrar çucre de canyesmels, cosa novella e profitosa a la promes fer resident en la dita ciutat» (AHMV, Claveria Comuna, Lib. 35, I).

Es decir, el Ayuntamiento de Valencia llama y retribuye al «mestre sucrer» Nicolás Santafé por producir azúcar procedente de caña («canyesmels»), toda una novedad («cosa novella») en la ciudad, cuya huerta era muy apta («era molt abta la orta de la dita ciutat») para tal producción.

Que la industria azucarera funcionó relativamente bien en la ciudad de Valencia durante casi un siglo lo atestigua el viajero alemán Hieronymus Münzer cuando relata lo que vio durante su visita en 1494: «Tienen, entre otros mil [frutos], la caña de azúcar, que vi beneficiar en un establecimiento, así como los moldes en que echan la melaza para hacer los pilones, labor trabajosa que ocupaba a un buen número de operarios; vimos clarificarla, cocerla, elaborar el azúcar cande, operación que requiere un detenidísimo escogido, y todo ello era para nosotros curiosa novedad. Asimismo, vimos las cañas tal como nacen, gustamos su jugo y me dijo el dueño de la fábrica, hombre honrado y fidedigno, que las tierras de Valencia dan anualmente unas seis mil cargas». La producción azucarera valenciana comenzó a declinar en el siglo XVI por la competencia del azúcar americano, dándole el golpe de gracia la expulsión de los moriscos en 1609, verdaderos especialistas en sus labores. Podemos deducir por lo anterior que ese tiempo antiguo al que se refiere Orellana era el siglo XV. Entonces se alternaba el arado con las redes de pesca en la franja de terreno situada entre las acequias del «riuet», límite norte de la Vilanova del Grau y la posteriormente llamada «de Gas». Esa franja de terreno, muy abundante en manantiales, fue y sigue siendo el Canyamelar.

Es, sin embargo, en el siglo XVIII cuando el Canyamelar, a pesar de su antigüedad, es profusamente citado en documentos de carácter civil, eclesiástico y militar: Así, en 1777, La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Valencia ofrece un premio consistente en dotar a tres doncellas y a tres mozos labradores en todos los pueblos del Reino de Valencia. Se pasó una circular, fechada el 10 de septiembre del citado año, a todos los párrocos de los pueblos y, en su defecto, a los vicarios que servían los lugares sin párroco.

En el archivo de la RSEAP de Valencia (sign. 1777, C-4, leg. III, nº 211) consta la respuesta que a tal circular dio el Dr. Manuel Oliver, vicario de la iglesia del Canyamelar:

M.Y.S.or

En cumplimiento del antecedente Orden de V.S. habiendo observado su contenido eligieron el Sr. D.n Felipe Aliguer, Diputado de Marina, el Sr. Bartholomé Serveró, Jurado Mayor del Común de Pescadores y el Dr. Manuel Oliver, Vicario de esta iglesia del Cañamelar á las Doncellas q.e juzgaron mas beneméritas en las condiciones y circunstancias señaladas en este impreso y fueron las siguientes. Vicenta Rams del Cañaval [sic], hija de Vicente Rams y de Josepha Lacomba, Josepha Mercader, hija de Antonio Mercader y María Fos, hija de Manuel Fos. Doncellas retiradas, trabajadoras y inclinadas á lo bueno.

Cañamelar y Enero á 18 de 1778. B.L.M. de su Excelencia

Firman: Philipe Aliguer, Dr. Manuel Oliver y Bartholomé Serveró.

Nota: No se ponen mozos labradores porque no los hay, respecto de ser todos pescadores.

Aquí ya no hay ni rastro de esa alternancia entre las labores agrícola y pesquera. Sólo hay «mozos pescadores en el Canyamelar», mozos que, junto con los de la partida vecina del Cabanyal, servirán en los buques y arsenales de la Real Armada, como muestra el conciso historial militar del marinero del Canyamelar Vicente Arnau en 1778.

Todavía residían pocos pescadores con sus familias en las modestas barracas de la playa por lo frecuente de los desembarcos de piratas y corsarios norteafricanos. Tal situación cambió en 1786 cuando se firma un tratado de paz hispano-argelino que redujo en su casi totalidad la amenaza pirática.

En pocos años aumenta considerablemente la población estable en la playa del Grau hasta el punto de que según un documento fechado en 1796 vemos un total de 492 viviendas, entre alquerías y barracas, extramuros de la Vilanova del Grau, de las cuales 203 están en el Canyamelar. La inmensa mayoría de sus habitantes vive de la entonces novedosa y controvertida pesca del bou.

La existencia de las citadas acequias es determinante para ubicar correctamente a cada una de las partidas primero y barrios después que forman el núcleo más antiguo del distrito Poblats Maritims de Valencia: El Grau, el Canyamelar, el Cabanyal y el Cap de França.

La razón de que después de más de un siglo de su anexión a Valencia la población de cada uno de los antiguos barrios marineros citados siga manteniendo tan firmemente su identidad geográfica puede deberse a que entre cada uno de ellos había un barrera física infranqueable constituida por cuatro acequias: la del Riuet que separaba el Grau del Canyamelar (actual calle Francesc Cubells); la de Gas, que separaba el Canyamelar del Cabanyal (actual calle Mediterrani); la de los Ángeles o Pixavaques, que separaba el Cabanyal del Cap de França (actual calle del Pintor Ferrándiz) y la acequia de La Cadena que separaba el Cap de França de la Malva-rosa (actual Avda. Tarongers).

Estas cuatro acequias eran ramales nutridos por cuatro brazos de la acequia de Mestalla. Así, el Brazo de Algirós, a través de una acequia menor conocida como el Brazo de Roca generó la acequia del Riuet. El Brazo de Rams alimentaba las acequias de Gas y Los Ángeles o Pixavaques, mientras que al Brazo del Arquet generaba la acequia de la Cadena.

Esas acequias eran lo suficientemente anchas y profundas como para impedir el tránsito de personas y vehículos si no se hacía por determinados puentes y pasarelas.

Lamentablemente, sólo disponemos de testimonios gráficos de la acequia de Gas de modo que viendo como era ésta nos podemos imaginar cómo serían las demás. A principios del siglo XX se cubrieron dichas acequias, se creó un rudimentario sistema de alcantarillado y se empedraron las calles de todos estos barrios marítimos.