Milagros hace tiempo que no puede moverse de la cama. Desde la misma ayer vio cómo la comisión judicial acudía a la vivienda en la que vive alquilada en la calle Corona, en Ciutat Vella. Sabía que acudían a desahuciarla por impago del alquiler, una deuda de más de un año que estaría en unos 6.000 euros a razón de 400 de cuota mensual. Vive de una pensión por incapacidad del 90%. Esta mujer de 55 años vive sola, pues su hija vive en Ibiza, pero cuenta con la ayuda de algunas vecinas y vecinos que se han interesado por su caso y que han estado atendiéndola y haciéndole compañía. Temían ayer que acabara en la calle, pero finalmente no fue así.

La comisión judicial le comunicó que los Servicios Sociales del Ayuntamiento de València habían comunicado la situación desfavorable de Milagros, en riesgo de exclusión social. Fue esta semana cuando ella, al saber que iba a ser desahuciada pidió ayuda. Los servicios sociales acudieron y determinaron que esta vecina, conocida en el barrio por cuidar de las colonias de gatos y su activismo animalista, requería de un lugar, señalaban por problemas de carácter físico y psicológico. Así, ayer se le comunicó que el desahucio se pospone hasta el mes de septiembre, un margen de tiempo que la administración contempla como suficiente para encontrarle un lugar.

Ella dice que pagó a un abogado

Fuentes judiciales señalaban que la mujer debería la mensualidad del alquiler desde enero del año pasado. Sin embargo Milagros, o «Mila», como la conocen en el barrio siempre ha defendido que ella pagaba sus mensualidades a un abogado de la dueña del piso, y que por ello no habrían llegado sus mensualidades. Incluso aseguraba ayer que el abogado le habría pedido hasta que le prestara dinero.

Los últimos seis meses no los pagó, asegura el entorno de Mila porque pensaba que la inmobiliaria que después se hizo cargo del piso se lo perdonaban a cambio de unas mejoras en el piso. Lo que sin embargo consta en el juzgado es que hay un largo impago.

«La ayuda llega tarde»

Milagros solo cuenta con la ayuda de algunas vecinas que le ayudan incluso a ir a comprar la comida. Apenas puede moverse en la casa en la que vive con sus tres gatos, esa familia que sus amigos esperan que le acompañen, pues indican que Mila no puede vivir sin ellos-y ellos sin ella-, por lo que pedirán a Servicios Sociales que le faciliten un lugar en el que puedan estar juntos.

Mila señalaba ayer a este diario que lleva 20 años pidiendo ayuda a las administraciones para poder salir adelante, por lo que ahora «se hace justicia y me ayudan tarde, ahora que estoy impedida».