Joan Ribó hizo ayer balance de sus dos primeros años al frente del Ayuntamiento de València en el programa 'Refresca´t' de Ferran Cano, en Levante-TV. Admitió el alcalde que aunque ha cumplido su sueño de «ver gobernar a la izquierda», y se siente satisfecho de abrir las dependencias municipales a los ciudadanos, admitía su frustración en el tema de los refugiados. «Es una cosa escandalosa, pero las fronteras las coloca el estado y el estado no nos ha dejado hacer nada, porque nosotros queríamos trabajar en eso», comentaba Ribó. En un intento por acabar con tanta «injusticia», incidía en que se está trabajando desde el equipo de gobierno para hermanarse con una ciudad del Sáhara. «Están en el desierto, en tiendas. Yo estuve en el Sáhara y me quedé impresionado de ver cómo viven, también tuve a un par de niñas saharauís unos años», apuntaba Ribó, quien volvió a reiterar que si Compromís quiere, se presentará a la reelección.

En plan más distendido, Joan Ribó contó que es de pasear por la playa, aunque prefiere siempre la montaña. El mar le relaja, aunque confiesa que estos días Sagunt y Canet «se asemejan más a la calle Colón». Explicó a Cano que es muy madrugador pero que aguanta «mal la noche». A las seis y cuarto de la mañana ya anda repasando la prensa diaria. «Es una tarea fundamental», enfatiza. Cuando llega a las ocho al ayuntamiento ya está al día. Después de las reuniones preceptivas Ribó es un fijo «de l´esmorzaret». «Es una costumbre valenciana que hemos de conservar por una cuestión de salud. Es bueno hacer un parón», incidía. Sus preferencias, lo típico: «olives i cacau del collaret». Alcanzado ese punto, no pierde la ocasión para hacer una férrea defensa del producto procedente de l´Horta. «El que viene de Estados Unidos no es igual», apuntaba.

Con València como capital mundial de la alimentación sostenible, no es de extrañar que la primera autoridad municipal aproveche cualquier ocasión para abogar por las « frutas y verduras de proximidad y la comida saludable para luchar contra la obesidad». Las bondades del ecologismo en la mesa las subraya a cada momento de su discurso y frente a los que hablan de comida cara, espeta: «Vale la pena gastar un poco más en comer bien y hacerse un cubata menos». Partidario de las cenas ligeras, es muy amante de la lectura y la música, pero menos de la televisión. «Me quedo con una buena novela», remarca. Javier Reverte nunca falta en su mesilla de noche. La temática viajera, costumbrista e histórica son sus preferencias, especialmente ahora que se acerca el tiempo de desconexión estival. Consciente de que no puede tener a todo el mundo contento, València es una ciudad donde se encuentra cómodo «para ir a dos ruedas». «Te puedes perder y también te pueden encontrar», señala con ironía. «Siempre me encuentro al vecino que me recuerda que no le he podado su árbol, pero me encuentro muy a gusto, la verdad», bromea.