En el tema de los refugiados el Estado es quien tiene la primera y la última palabra. ¿Qué puede hacer ahí un ayuntamiento como el de València?
Refugiados vienen todos los días. Los que no vienen son los de Siria, pero tenemos personas refugiadas en todo momento y migrantes forzados. Las ciudades son los primeros espacios de convivencia y respeto. Los derechos son para todos los que viven aquí y si no creamos las bases para ello, no haremos ciudad. Hay que sentir como persona migrante que la
administración próxima te apoya, que está contigo más allá de donde llegan sus competencias. Ese es un paso muy grande.
¿Qué haría usted con el CIE?
Cerrarlo (rotunda). El cierre es la única salida. La gente está por cuestiones administrativas y no es un delito no tener papeles. El CIE es la muestra física de la vulneración de los derechos humanos.
¿En qué situación se encuentra ahora el de Zapadores?
Está igual que siempre. Las condiciones de sus internos se vulneran constantemente. No se cumple la ley en temas de salud, de interpretación, de acompañamiento...pero el ayuntamiento no tiene competencias. La gente tiene que saber que se dan deportaciones exprés, redadas racistas, expulsiones en caliente, que hay leyes represoras, que tienes unas fronteras blindadas... Desde la administración local no queremos ese tipo de espacios. Hablamos mucho del mundo donde se vulneran derechos y tenemos uno aquí a diez minutos donde la vulneración es una constante. Hemos hecho una red de las ciudades del cambio para que todas las acciones que se hagan en una ciudad se puedan replicar.
