El cardenal arzobispo de València, Antonio Cañizares, hizo ayer un llamamiento, en la misa solemne de la Asunción que presidió en la Catedral, a «avivar la esperanza firme» en Dios, y a «dar razones de esta esperanza» porque, frente a las persecuciones e inseguridades, «su victoria ya se ha dado en María». Con el cardenal concelebró el Cabildo de la Catedral de Valencia, a cuya advocación está dedicada precisamente la Seu y a la que se rindió homenaje por la tarde con una procesión que se mantiene en la diócesis de Valencia desde el año 1352.

Previamente a la misa, y tras el canto de laudes , la imagen de la Dormición de la Virgen entró en la Seu por la puerta de los Hierros portada por miembros del «Grup de Mecha», caracterizados para la ocasión como los doce apóstoles.

En su homilía, el titular de la archidiócesis de València describió cómo muchos cristianos «están sumidos hoy en una época y en una sociedad afectadas a menudo por un oscurecimiento de la esperanza en la que tantos hombres y mujeres parecen desorientados, inseguros, sin ánimo, sin aliento, envueltos en una gran pérdida de la herencia cristiana, unida a una especie de agnosticismo práctico y de indiferencia religiosa y un cierto miedo al futuro, aprisionados en el aquí y el ahora».

Ante esta situación, el Cardenal animó a los cristianos a «dar razones de nuestra esperanza» y recordó que «el Hijo que dió a luz María es garantía de la victoria, certeza de la esperanza, y la Iglesia es hoy, con María testigo de esperanza, camino en esperanza y llama a la esperanza; tiene la certeza de la presencia de Jesucristo en ella, de que Dios no la deja en la estacada, como no deja en la estacada al hombre por la resurrección de Jesucristo».

Además, también «la Iglesia en su peregrinar a lo largo de los siglos XX y XXI ha padecido muchas tribulaciones, y nunca tal vez en la historia se ha visito acosada como en este periodo», algo que «está siendo una prueba muy severa para la Iglesia», precisó. Sin embargo, «aunque se empeñen con ataques y persecuciones y aunque nos empeñemos los mismos cristianos con nuestras infidelidades y cobardías, no vencerán porque la victoria ya se ha dado y la señal y la prueba es María, glorificada y coronada».