En los últimos 32 años -desde el Avance del PGOU de València aprobado en 1988 y, en especial, desde la firma, en 2003, del convenio entre Fomento, Generalitat, Ayuntamiento y ADIF-RENFE para la gestión del Parque Central-, periódicamente y por diferentes razones, se reaviva el debate sobre este enclave estratégico de la ciudad y su condición necesaria, el soterramiento de las vías con túnel pasante o no.

El reavivamiento actual tiene origen en dos hechos acaecidos el pasado fin de semana: El enésimo y, por lo tanto, dudoso compromiso del gobierno de España por boca del presidente Rajoy, de invertir millones (2.000 esta vez) en el Parque y el túnel, y financiar un Estudio informativo (previo) sobre el eje pasante norte-sur de la Red Arterial Ferroviaria; y la publicación del artículo «El Parc Central és nostre i el volem verd», de Mara Cabrejas y Mónica Ibáñez ( Levante-EMV del 03/09/2017), con la propuesta de conformar un Salvem y el cuestionamiento radical a las obras y gestiones urbanísticas en curso o preparación, en desarrollo del proyecto ganador en el concurso internacional convocado en 2012 por la alcaldesa Barberá, con diseño de la paisajista Kathryn Gustavfson.

El alcalde Ribó ha respondido al primero con una tímida exigencia de rapidez en el proceso, contestada por el concejal Novo al estilo PP, o sea, grosera y mentirosamente. Y el concejal Grezzi y el señor Salvador Martínez, director de la comercializadora del PAI, han respondido a las segundas con el manido argumento de la herencia recibida y la insólita alusión al Central Park de Nueva York, el político; y, el técnico, con el escueto dato del suelo destinado a obtener las plusvalías supuestamente posibles y necesarias para financiar el parque: 8 hectáreas, un 12% del PAI.

Habiendo participado con varios artículos en el debate sobre el Parque Central, en particular sobre los usos de las naves de Demetrio Ribes, me permito, en el presente, hacer un breve recorderis histórico y una propuesta concreta: La andadura exitosa de Salvem el Botànic, culminada hace unos meses, se inicia en marzo de 1995, al día siguiente del anuncio del proyecto de las tres tristes torres en el solar de jesuitas, paradigma mundial de la especulación pura y dura. Las cuatro alegres torres del Parque Central se plantearon hace 15 años y estuvieron en las bases del mencionado concurso.

En este tiempo, ciertamente ha habido calificadas voces críticas frente a las torres y a partes o a la totalidad del proyecto del parque, estación y túnel, con alternativas más baratas y racionales, como dice Emili Piera (Árboles de redención, 05/09/2017). Pero con las máquinas en el terreno y los papeles de la primera subasta en la mesa del señor Martínez, cabe aún la creación de un Salvem pero, sobre todo, de un Parlem. Pero no de un Parlem especulativo (en el sentido de etéreo), sino de un urgente evento en el cual los señores Ribó, Grezzi, Sarrià y Martínez, expliquen en detalle y con meridiana transparencia a la ciudadanía cuáles son los supuestos beneficios que, ahorrándose las comisiones de la corrupción instituidas por el PP, obtiene la ciudad de la venta de suelo en el Parque Central para viviendas de lujo.

Los/as valencianos/as sabemos que en el urbanismo moderno, capitalista y vigente en España, las plusvalías de negocios urbanos privados son fuente de financiación de obra pública -según José Mª Baño León, catedrático de Derecho Administrativo, la Constitución Española es la única del mundo que prevé la especulación-, y entenderíamos que los costes del Parque Central no pueden salir de los impuestos, cuando este inicio de curso escolar, el segundo con autoridades municipales y autonómicas de izquierda y progresistas, el emblemático CEIP 103 y decenas de centros escolares en toda la Comunitat Valenciana siguen en penosos barracones excretados por el Partido Popular.

A lo mejor, políticos/as, técnicos/as y ciudadanos/as llegamos al consenso -documentado- de que en el Parque bastan dos o una sola gran torre al efecto planteado; y que para financiar la ampliación del Jardín Botánico en el solar de jesuitas, cabe una mesurada y rentable arquitectura en la fachada sobre la Gran Vía, como se planteó, sin mucho éxito, hace 22 años?