«Mucho más que comer» es el lema de la nueva campaña que ha lanzado Casa Caridad y que tiene un objeto muy claro: hacer visible todo lo que hacen por las personas necesitadas, dar a entender que no sólo son un macro-comedor y, por ello, que es una ONG comparable a cualquiera de las que tienen menos solera y que pudieran parecer más «modernas» a ojos de la juventud solidaria. Porque lo que han detectado es un envejecimiento de su masa social. Que haya un relevo generacional es una premisa para mantener su ritmo de ayuda, en la que reconocen un crecimiento de un 8 por ciento del ciudadano español, en parte por la salida de emigrantes en la crisis económica.

Así lo expresaron el presidente de la entidad, Luis Miralles y la directora-gerente, Guadalupe Ferrer, que recordaban -en voz, en papel y en vídeo- que «Casa Caridad contempla un conjunto de actuaciones y programas enfocados a fomentar la recuperación de habilidades sociales de las personas en riesgo de exclusión social y apoyarlas en su reinserción sociolaboral. Por eso, a pesar de que el servicio de comedor de la entidad es fundamental ya que permite que se sirvan a medio día más de 500 raciones de alimento diarias, son muchos otros recursos los que ofrecemos y que están enfocados a la inclusión social». Es la parte menos conocida de la entidad, y que incluye los talleres de trabajo, el centro de rehabilitación, el ejercicio físico, escuela, talleres, etcétera. «El comedor supone sólo el 20 por ciento de nuestro gasto».

La entidad dispone de 3.600 socios «pero nuestro objetivo es llegar a cinco mil», de la misma manera que las empresas, que una vez superado el bache de la crisis económica, se ha establecido en 160 «cuando nuestro objetivo sería disponer de una Empresa con Valor para cada día del año». Éstas aportan 1.500 euros anuales. Casa Caridad necesita 12.000 euros diarios.

También recordaron que con su labor no sólo cosiguen devolver a la vida a seres en quiebra personal. También cuando ésta se acaba. «Este año han muerto ocho personas en Casa Caridad. Pero no es lo mismo hacerlo en la calle que en un hospital y, en algunos casos, reencontrándose con familiares».

Mejor información que dinero

También se refirieron a la necesidad de evitar la la mendicidad. «En València nadie se va a morir de hambre. Y hay personas que el hecho de pedir en la puerta de un supermercado lo han convertido en su trabajo. Todas las indicaciones que recibimos de Trabajo Social nos dicen que lo que hay que dar no es limosna, sino escucharles y dirigirles. Decirles donde no sólo pueden recibir el sustento, sino la ayuda que verdaderamente necesitan. Mucho más valioso es poder conocer su realidad y encontrarle una solución».