El Ayuntamiento de València se hinchó ayer a poner multas en Campanar. A las 11 de la mañana salió a patrullar la calle un nutrido grupo de inexpertos agentes. Tras una hora «peinando» las calles del barrio, los aguerridos guardianes de la ley y el orden regresaron a su base con la misión cumplida: «recetaron» a los mayores y no tan mayores un buen número de sanciones por incumplir las normas básicas de convivencia en la vía pública.

Afortunadamente para los infractores las multas fueron solo «morales». Puede que los particulares agentes que las impusieron no tengan sobre el papel tanta autoridad como los de verdad, pero en realidad sus sanciones fueron un poderoso toque de atención para los que no respetan las normas. Además iban acompañados por una patrulla de Policía Local, de las de verdad, por lo que si no hubo castigo real es porque las niñas y niños del colegio público Comunitat Valenciana estaban realizan una actividad extraescolar con motivo de la Setmana de la Mobilitat.

Marcos, Aliou, Alicia, Lucía o Aitana fueran algunos de los alumnos que participaron en la «Patrulla Infantil de la Movilidad», en realidad dos amplios grupos de 5º y 6º de Primaria del colegio público Comunitat Valenciana, en Campanar. En El Cabanyal también hicieron los propio los chavales del CEIP Chiner de Villarroya.

La actividad , promovida por la Concejalía de Movilidad Sostenible del Ayuntamiento de València, en colaboración con la Concejalía de Educación, el profesorado de varios centros educativos y la Policía Local, pretendía hacer reflexionar a los más pequeños y las más pequeñas sobre su movilidad en la ciudad. Y con la imposición de sus «multas morales», hacer ver a los adultos que, en demasiadas ocasiones, no cumplen con las normas.

Aprender en la vida real

«Ha ido genial y la policía nos ha ayudado mucho», explicaba Ana López, profesora del colegio Comunitat Valenciana. «La actividad se llamaba multas morales de Tonucci, que no es una multa económica, sino enseñarles a los alumnos lo que está bien y lo que está mal. Para los niños ver en la calle estas actitudes incívicas es una posibilidad mucho más importante de aprendizaje que verlo en el libro. Es la vida real», aseguraba la maestra.

Marcos, de 10 años, reconocía que había puesto «muchas multas» por encontrar «coches mal aparcados, bicicletas atadas en sitios que no se pueden o motos mal estacionadas». Y confesaba que los policías les enseñaron «a que no tenemos que cometer errores por la calle».

Aliou, de 12 años, en cambio, aseguró que él no puso ninguna multa y detallaba que había aprendido que la gente «no puede llevar auriculares mientras conduce en la bici» o que las motos «han de aparcar en aceras de mínimo tres metros».

Por su parte, Alicia, de 10 años, se mostraba muy contenta de poder realizar una actividad así «porque las multas no hay que pagarlas y les damos un aviso a las personas para que no lo vuelvan a hacer; es una oportunidad para rectificar».

Estos centros educativos no han sido los únicos que han puesto en marcha la actividad práctica ideada por el pedagogo italiano Francesco Tonucci en su proyecto «La Ciudad de los Niños». Hay varios colegios que la pondrán en práctica en los próximos días.