La concejala de Patrimonio y Recursos Culturales del Ayuntamiento de València, Gloria Tello, ha anunciado que se han recuperado dos balas y utensilios sepultados bajo los escombros en el cierre de los trabajos arqueológicos del refugio antiaéreo de la Guerra Civil que hay en Massarrojos.

El Ayuntamiento de València ha explicado que, como paso inicial, la intervención ha incluido la limpieza y el desescombro del refugio, lo que ha permitido recuperar materiales constructivos que se podrán reutilizar en la futura rehabilitación. Asimismo, se han recuperado dos balas y algunos utensilios que había sepultados bajo los escombros.

Además, han informado de que los trabajos arqueológicos realizados durante el mes de septiembre han consistido en documentar el refugio, especialmente en cuanto a las técnicas constructivas y de materiales, así como el alzamiento topográfico y planimétrico con fotogrametría mediante un escáner 3D.

Tello ha explicado que "el interés del refugio de Massarrojos es doble porque, por un lado, se construyó atravesando la roca natural, circunstancia que no se produce en el resto de refugios de la ciudad, donde el subsuelo es de arcilla, lo que obligaba a hacer las excavaciones de los refugios a cielo abierto".

Por otra parte, "es un refugio inacabado dado que la guerra finalizó antes que las obras y algunos tramos se quedaron a medias, aunque durante la contienda fue igualmente utilizado por los vecinos y las vecinas de Massarrojos para resguardarse de los bombardeos y estuvo abierto hasta los años 50 cuando se clausuraron las entradas".

Los trabajos arqueológicos en el refugio antiaéreo de Massarrojos de la Guerra Civil se han contemplado en los presupuestos participativos votados por el vecindario de las pedanías de la ciudad y que han supuesto un paso previo a la futura rehabilitación de este espacio, ha informado el Ayuntamiento de València.

Este refugio presenta unas características especiales al haber sido construido mediante la excavación de la roca directamente; esto permitió abrir una larga galería de unos 125 metros de recorrido, en cuyos extremos se construyeron dos entradas con escaleras y cubierta de baldosa para poder acceder desde la calle.

En el refugio hay columnas hechas de baldosa y vacías por dentro, que servían de chimeneas, para renovar el aire desde el exterior, y que se comunicaban entre sí por la conducción que hay por dentro de los bancos, creando una circulación forzada para poder respirar dentro de la galería.

En uno de los laterales se abren dos pequeñas habitaciones: una de ellas estaba pensada como enfermería para enfermos y heridos; la otra era la sala de máquinas, donde había un extractor para ayudar a la ventilación del refugio.

Al contrario de lo que pasa en otros refugios hechos en la ciudad, de este no se conservan los planos originales del momento de la construcción, posiblemente porque era muy difícil saber cómo se iba a poder excavar la galería.

Lo que sí se conserva en el Archivo Municipal, según fuentes del Ayuntamiento de València, son las relaciones de los materiales y las nóminas de los trabajadores en la serie llamada "Nóminas por Administración", que empiezan el 21 de mayo de 1938 y llegan hasta el 23 de marzo de 1939.