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Situación de emergencia

Los últimos pescadores de la Marina de València

La cofradía pide autorización para volver a capturar «tonyina» y el Consorcio se niega a dar cabida en la dársena a los atuneros

Los pescadores descargan las capturas en la Lonja de la marina, con el Veles e Vents al fondo. f. bustamante

Los pescadores del puerto de València están al borde de la extinción. En apenas once años, desde que la Copa del América los desalojó de la lonja que ocupaban en la dársena interior, que se derribó para construir con motivo de la Copa del América el moderno edificio «Veles e Vents», el número de barcos ha pasado de un centenar a apenas 17. Y bajando. «En diez años nos jubilamos la mayoría de armadores y la actividad pasará a la historia», augura el presidente de la Cofradía de Pescadores de València, Felipe Gimeno, que se inició en el oficio con solo 14 años.

La lonja provisional y prefabricada que el Consorcio València 2007 les hizo en el muelle de transversales está totalmente obsoleta. «Todo empieza a fallar y a romperse, las puertas no cierran, la cinta de subastar el pescado no funciona...», explica Gimeno. «Como además aquí dependemos de cuatro administraciones no puedes ni pintar una puerta sin que te den todos permiso».

Cuando «nos obligaron a dejar la anterior lonja nos prometieron un edificio nuevo», para el que incluso hay un proyecto hecho de un millón de euros inversión, que contemplaba la construcción de un edificio de obra nueva, con cámaras frigoríficas, fábrica de hielo, cintas transportadoras y una zona de venta al público, como atractivo turístico. Pero la realidad es que la nueva lonja no llega y la que hay ha llegado al final de su vida útil y se deteriora a marchas forzadas. «La imagen de la Lonja es lamentable», afirman los pescadores. «Hemos propuesto que nos trasladen al Tinglado 5, pero no quieren y ahora se lo han dado a Microsoft», añaden.

Una vez superada la época de grandes eventos y con un nuevo equipo al frente del Consorcio València 2007, los pescadores, que sostienen sus economías a base de la pesca de mabras, langosta, potas, pescado de roca y algún lenguado, quieren recuperar su espacio. El Consorcio defiende a los pescadores pero ponen límites. Los armadores quieren crecer y el consorcio aboga por una pesca sostenible. Gimeno asegura que necesitan un muelle más amplio y una lonja nueva para atraer más barcos. Su principal baza para reflotar la cofradía es la «tonyina», el preciado atún rojo del Mediterráneo, una especie que se declaró en peligro y cuya captura lleva años sujeta a estrictas cuotas y en determinados puertos, que no incluyen al de València. Los pescadores valencianos quieren que el Gobierno y Bruselas abra la mano con la pesca del atún y les permita comercializarlo en la lonja de València. Esto sería un incentivo, para la economía de los pescadores, con sueldos «de mileuristas», dice Gimeno.

Según Felipe Gimeno, la tonyina se ha recuperado. «Hay muchos atunes, está lleno, y como son muy voraces se comen a las especies que nos dan de comer a nosotros como la merluza o la sepia». «Queremos volver a pescar atún pero no con barcos factoría sino con anzuelo». Una pesca responsable. «Un hombre, un anzuelo», defiende Gimeno, quien asegura que ya han pedido a través de la federación de cofradías que aglutina a las de València, Gandía y Cullera al Ministerio de Agricultura que les autorice a pescar atún rojo. Gimeno asegura que serían una pesca controlada. Sin embargo, el Consorcio no termina de verlo con buenos ojos y asegura que la entrada de más barcos, y de mayores dimensiones como los atuneros, supondría un problema de tráfico en la marina, con altos niveles de ocupación de yates y megayates. El equilibrio es difícil y el Consorcio plantea a los pescadores que para crecer deben irse fuera de la marina.

El activista y doctor en biología Jorge Mateos considera que el atún rojo «siempre tendrá que estar sujeto a cuotas de captura, más o menos estrictas, pero no podrá pescarse sin límites porque desaparecería». «La población de esta especie se ha recuperado, es cierto, pero eso no quiere decir que ya no esté en riesgo». «En el Mediterráneo, que es un mar pequeño, el modelo de pesca industrial, de crecimiento continuado, es insostenible, porque los caladeros no solo de atún, también de merluza o de tellina, por hablar de pesquerías propias de esta zona, está muy esquilmado». La tendencia en Europa, apunta, es hacer extensivas las cuotas a otras especies. «A los pescadores del Mediterráneo les esperan años duros».

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